Cine para 2
Pueblo pequeño, taxi grande
Joaquín Ortega
Posiblemente, la literatura más bella no sea la más real,
sino la que más convence. Nada más engañoso que la ficción, así al recrear
mundos imaginarios, las letras hacen de su juego de espejos un reino de
crudezas armónicas, que complementan nuestra vida y nuestros sueños. Por otro
lado, narrar la realidad desde la factura del documental produce, de buenas a
primeras, la sensación de lo evidente, de lo no procesado, de la ausencia de
filtros técnicos o estéticos. Creerse un documental es ver la vida… y ver la
vida es creer en el documental. Hoy en cine para 2, una película argentina nos traza
a un escritor que regresa al hogar en El
Ciudadano Ilustre; y en otra iraní, Taxi
Teherán, un director de cine, en un contexto política y religiosamente
hostil, crea un marco de mentiras, donde se revelarán unas cuantas verdades.
El ciudadano ilustre
(Gastón Duprat y Mariano Cohn. Argentina, 2016)
La historia se despeja suavemente desde el principio: un narrador
de renombre recibe premios y reconocimientos internacionales, crea un mundo literario,
a partir de sus orígenes y complejidades existenciales. Por una recomendación
sesgada de su asistente, decide asistir al pueblo donde nació, casi en plan de
gira de medios. El pueblo es un lugar agreste -y detenido en el tiempo- de su
Argentina natal.
Con una mezcla de miedo, cierta torpeza y un desenfocado
sentido del ridículo, nuestro protagonista comienza a ser homenajeado a la
manera silvestre y diáfana que cualquiera pudiera esperar. Es un choque de
mundos, personalidades, de sabores e incluso olores. Para el escritor, ahora
vuelto personaje, es una marcha hacia adelante… a los reencuentros con ex
amigos, ex parejas… con habitantes sencillos, muy al margen de la realidad
académica, y del mundo, que pudo haberse labrado un literato de oficio en otros
continentes.
Con una fotografía muy luminosa y una simpleza costumbrista,
los directores -Duprat y Cohn- van provocando al conjunto de intérpretes
principales hasta una transformación: desde la condescendencia, hasta
convertirlos en pasto de reproches, pasión y pases de factura. Su conocimiento televisivo y fílmico… de la
intriga por entregas, de la estética del reality
show, de la corrupción política –callada durante el día, pero escandalosa
en las noches- se muestra en todo su aparato, gracias a las manos de estos
maestros del guión -y de la visual- en engranaje.
La película roza un ritmo lentamente provocador, combinando
temas eternos del escritor que es centro de su obra. Por ejemplo, la aparición
de una sexy Lolita que ronda las habitaciones del famoso… las tristeza oculta
en muchas faenas diarias… el abuso de la verdad para construir las fábulas… el
posible descenso creativo del novelista, que se duerme en sus laureles.
El ciudadano ilustre, siendo una película con grandes premios
a cuesta, hace entender que la profundidad de una historia radica en un
equilibrio maestro entre libreto, interpretación y puesta en escena. Los
personajes convencen gracias a las competencias actorales de las estrellas allí
reunidas. Los exteriores resultan tan
bien producidos, como las escenas interiores y la magia del sonido y la música
definen momentos que dejan a la memoria marcada y eróticamente alterada. Al salir de éste film se entiende en su total
dimensión el dicho clásico de: “pueblo pequeño, infierno grande”.
Actúan Oscar Martínez en el papel de Daniel Mantovani. Dady
Abrieva como Antonio, personaje interpretado por éste genial humorista
argentino, quien genera unas notas psicopáticas, particularmente perturbadoras.
Belén Chavanne como Julia y Andrea Frigerio como Irene.
Entre los diversos galardones recibidos por el ciudadano
ilustre se encuentran: el premio a mejor película en el Festival Internacional de cine de Haifa en Israel; el premio a
mejor guión y premio de la prensa cinematográfica en el Festival Internacional de cine La Habana, Cuba. El premio al mejor
actor –para Oscar Martínez- en el Festival
internacional de Venecia, en Italia, todos en el año 2016.
Taxi Teherán (Jafar
Panahi. Irán, 2015)
Enmarcado en el curioso género de “docuficción” vemos una
travesura más del talentosísimo Jafar Panahi, quien comenzara su carrera como
asistente, del no menos célebre, Abbas Kariostami. Siendo un director, editor,
escritor y actor, Panahi se escuda en un trabajo temporal como taxista para
darle vida a los temores, anécdotas y esperanzas de distintos ciudadanos de la
capital iraní.
Las historias pasan con total desenfado por todos los tonos: conflictos
personales, apuros de pareja, opiniones frente a crímenes o castigos, la percepción
religiosa, los cambios de la tercera edad, la turbulencia de la niñez, lo
efímero de la fama, los ahogos típicos de la
pre adolescencia y, por supuesto, el propio oficio del cineasta frente a
las audiencias.
Panahi, es genio y figura. Al ser un activista de los
derechos humanos ha tenido infinidad de problemas ya sea en su país natal, o en
aeropuertos de occidente o Asia. Su
marca siempre ha sido la irreverencia y la idea de que el mundo debe ser libre
para todos sin importar sexo, raza o perspectiva política. Ha luchado contra
los lugares comunes de los excesos policiales generados luego de los ataques
del 11 de septiembre en Nueva York… ha promovido causas como reformas escolares
pro femeninas…se ha visto envuelto en polémicas, alrededor de temas tan
disímiles como el aborto o el consumo del azúcar.
En fin, estas -y otras- posturas lo han llevado a la cárcel
en diversas ocasiones. Justamente, éste film, junto al paródico This Is Not A Film de 2011, se convierte
en una de sus nuevas obras en libertad, luego de varios años de arresto
domiciliario. Así, en una trama, que parece sacada de la prensa nacional
venezolana, agentes de su gobierno le niegan la salida del país, reteniéndole
el pasaporte, luego de criticar asesinatos de estudiantes y excesos militares en
represiones civiles. Un maestro en pisar
callos, éste documental grabado en el estilo de Guerrilla Film y altamente intoxicado de comedia, es una obra
actual e irrepetible, que sin duda debe verse.
Taxi se llevó el oso de oro en el Festival internacional de
cine de Berlín en 2015.
Puntuación 5 sobre 5
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