Venezuela: un país que batea a la zurda (versión extendida)
Joaquín Ortega
Se dice que la política es una actividad
humana que invita al dialogo, a vivir en paz y a resolver problemas para no
llegar a la guerra. Pero, pocas veces, se habla de la política como un trajín que
lleva, ex profeso, hacia lo
contrario. La política, como un tejido de decisiones visibles e invisibles está
hecha de relaciones de poder; y el poder, en manos humanas, se vuelve, por lo
tanto, pasional, caprichoso y necio.
Las ideologías políticas, para muchos, no
son más que barnices intelectuales, que por medio de malabarismos retóricos,
serán útiles para mantener a algunos en el gobierno, para asignar lugares a
dedo, para distribuir chances equitativamente -o no-, para impedir que seamos
quienes deseamos ser, o incluso, abobarnos, a tal punto, que no entendamos, ni
quiénes somos ni de dónde venimos.
Venezuela y sus modas intelectuales
Venezuela ha pasado por varias etapas
discursivas políticas –del republicanismo clásico, al liberalismo Lockeano,
pasando por el positivismo determinista comteano, de ahí, al marxismo
continental; para luego acercarnos, sin solución de continuidad, a
desarrollismos aperturistas, a nacionalismos oligárquicos, a modelos
socialdemócratas, a colectivismos de encíclica, a neoliberalismos y
neocomunismos- Pero, al fin al cabo, la
sociedad no solo parece estar determinada por los devaneos del caudillo de
turno, sino que siguen siendo los políticos y los partidos políticos, quienes vegetan
delimitados por el círculo breve de libertad de acción, que les ofrece un
Estado rentista. En pocas palabras, todos quieren sacar una parte del botín
petrolero, y son más los insultos, que el conocimiento profundo de las ideas
políticas, lo que vemos saliendo de las bocas y los panfletos de este nuevo circo
– ¿viejo circo? - gubernamental.
Todo el asunto “izquierda versus derecha”
suena como un tema un poco demodé para los teóricos no militantes, tantas veces
fuera del debate público de los medios de comunicación. Es la dicotomía
“Estado- mercado” una de las diversas fuentes de atención, en especial, a
partir de los fracasos estrepitosos de ciertos proyectos políticos, orientados
a la construcción de una ciudadanía fuerte o un espacio común próspero.
Hoy, en Newsweek conversamos con cinco politólogos venezolanos. Todos, forman parte, de una
nueva generación, más transicional que enlutada por políticas y propagandas previas.
Dejemos que sus opiniones los presenten.
Edgar Medina (Profesor EEPA UCV): soy politólogo, me interesan los temas de teoría de la organización y la
toma de decisiones.
Jesús González (Profesor EEPA UCV): soy politólogo, me apasionan las
encuestas y la comunicación política.
Sebastián Cova (Profesor UCAB, UCV): soy politólogo, estudio a la democracia griega clásica y me decanto hacia
la utilidad de las obras de ficción para entender la política real.
Guillermo Tell Aveledo (Profesor UNIMET, UCV): soy politólogo, trabajo, entre otras áreas, la historia de las ideas políticas.
Guillermo Martin Castellano (Profesor UCA, UCV, FLACSO) soy politólogo, experto en temas
municipales
Nastasha Velasco (Profesora UCAB, UCV) soy economista y politóloga, experta en políticas públicas.
Entre la
revolución francesa, los significados nacionales y la actualidad del continente
JO: ¿Qué se entiende por izquierda y derecha política en sentido clásico?
Sebastián Cova: el principal
problema con estos términos es el de asumirlos como absolutos e inamovibles,
como si se tratase de programas sellados o compartimientos estancos, cuando no
son más que referenciales y, por tanto, completamente dinámicos; como revela,
el ejemplo de la revolución francesa… caso más que pertinente, porque fue
entonces cuando se los acuñó y popularizó. Veamos: Al principio,
"izquierda" eran solamente los diputados que estaban ganados a la
idea de redactar una constitución que le diese un rol definido en el gobierno
del país a los Estados Generales, mientras que "derecha" eran
simplemente los que preferían dejar las cosas como estaban, es decir, todo el
poder de decisión concentrado en el rey. Dos años después, cuando la causa
constitucional ya había triunfado y entraba en vigencia dicho texto legal, la
"derecha" pasaron a ser los que querían utilizar el nuevo marco
jurídico para ir implementando poco a poco una apertura económica, mientras que
la "izquierda" eran ahora los que querían despojar a la corona de
todas sus prerrogativas y, eventualmente, incluso hasta de su derecho a
existir. Cuatro años luego de eso, ya la izquierda eran los que habían
favorecido la dictadura de los comité, la proscripción de ciertas libertades
civiles, como la de prensa, y el establecimiento de un control de precios y
redistribución de los bienes confiscados a la nobleza y la alta burguesía. En
fin, que en un mero período menor de diez años y cuando apenas se los
inventaba, vemos cómo los términos "izquierda" y "derecha"
ya habían pasado a tener todos los significados posibles, al punto de llegar a
ser, lo exactamente opuesto a lo que habían empezado significando.
Guillermo Tell
Aveledo: siguiendo con la idea, izquierda eran en el siglo XIX
los que apoyaban la república, y en eso tenías tanto a futuros liberales como a
radicales y socialistas -es decir, individualistas y colectivistas- y las
derechas los que apoyaban las tradiciones monárquicas del antiguo régimen. Hoy,
como entonces, esas ubicaciones son relativas a lo que es el espectro político
"aceptable", pero podemos decir que ser “de derechas” es defender el Status
Quo, y ser de izquierda, lo contrario.
Quo, y ser de izquierda, lo contrario.
Guillermo Martín Castellano: en Venezuela,
la izquierda sería la corriente ideológica que, influenciada en buena parte por
el marxismo, tiende a preocuparse por la clase trabajadora y, por ende, busca
hacer efectivas las reivindicaciones sociales. Luego de un período de lucha
guerrillera, entre los sesenta y setenta del siglo XX, la dirigencia de
izquierda -comenzando por el Movimiento al Socialismo (MAS), división del
Partido Comunista de Venezuela (PCV)- optó por la vía electoral. Sin embargo,
desde los años noventa, la izquierda venezolana se ha vuelto más bien
sincrética, mezclando ideas tan distantes como las de Marx, Castro o Bolívar, o
lo que Chávez y su círculo afirmaban que era ideología de la "Revolución
Bolivariana". Curiosamente, lo que inicialmente se consideró el partido de
los pobres, Acción Democrática (AD), cuyo lema fue "Pan, Tierra y Trabajo",
pasó de ser visto como la socialdemocracia a ser tildado como derecha por el
chavismo. Cabe destacar que la derecha -o más bien centroderecha- era sinónimo
del Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI), que según
el discurso de AD era el partido del empresariado y la Iglesia Católica.
Edgar Medina: en la cultura
política nacional, izquierda sería quien lucha por destruir las diferencias
entre ciudadanos… y derecha quien cree en el libre mercado, dos ideas distintas
que han servido de juego a una polarización política sin sentido. En lo
personal, creo en que todo gobierno debe buscar las mejores prácticas, sean
vistas de izquierda o derecha, para mejorar la calidad de vida de los
ciudadanos.
Jesús González: cuando se habla de política se utiliza las categorías de izquierda y
derecha para intentar generar un entendimiento de los contenidos y métodos
comúnmente utilizados por un determinado grupo. Estos significados, originalmente
se utilizaron para distinguir políticas económicas y posiciones
ideológicas. Desde un punto de vista clásico, podemos definir: a la izquierda,
la cual se distingue por sostener una economía dirigida, controlada y planificada
desde el gobierno central… cree en la explotación por parte del Estado de los
medios de producción. Se identifica por fortalecer sistemas de corte
socialista. La derecha, en cambio, tiene una abierta
tendencia a la economía de mercado, respeto e impulso a la propiedad privada de
los medios de producción por fortalecer un gobierno de corte liberal. Pero,
en términos generales, estos análisis dicotómicos pierden sentido, y se abre un
abanico de mixturas de políticas que arman un crisol a conveniencia de los
países y políticos en determinados momentos. En Argentina, por ejemplo hay un
peronismo de derecha -Menem- o en Venezuela un socialista de derecha
representado por la Boliburguesía, que tiene una tendencia clara a la economía
de mercado, y que no la pueden ocultar, por más que intenten esconder la marca
de la corbata o el reloj. Estas escalas que definen las orientaciones políticas
han variado, y las categorías de derecha, han tenido un acercamiento con
puntos clave de seguridad social y temas impositivos, que hacen que la escala,
desde el punto de vista clásico quede como un marco referencial.
El Estado:
pacto, controles, seguridad y protección
JO: ¿Cuál es el
papel del Estado y su relación con los demás ámbitos de la sociedad?
Sebastián Cova: la función original
y primordial del Estado es proveer seguridad mediante la proscripción de la
violencia a través de su expropiación... O, en criollo, la razón de ser del
Estado es prohibirles a sus ciudadanos el violentarse unos a otros.
Ahora bien, desde que los europeos inventaron el Estado en el siglo XVI y hasta
nuestros días, éste ha adquirido y perdido funciones -como por
ejemplo garantizar el bienestar y asegurar la unidad y ortodoxia
religiosa, respectivamente- sin que por ello haya perdido su única característica
esencial, que es ese monopolio de la violencia del que hablé arriba. Cuando no
puede realizar ese cometido en la práctica, por más que lo pretenda en el
papel, deja de existir y todo lo demás que se le ha agregado con los siglos lo
hace irremediablemente mal. En resumen: el Estado existe para proveer
seguridad; sin seguridad la sociedad se dispersa, ya sea porque emigra o…
porque poco a poco, va volviendo a un estado de desarrollo propio de la época
anterior a la aparición del Estado. La prueba son los llamados "Estados
fallidos", caracterizados por estar plagados de bandidos, capos y señores
de la guerra, que recuerdan a la sociedad feudal de la alta Edad Media.
Edgar Medina: el Estado es
la organización que rige la vida de la sociedad, no se produce como relación,
sino como un pacto entre ciudadanos que establecen las reglas de las relaciones
entre individuos, y esta, se determina en todos los ámbitos. Otra cosa distinta
es el gobierno y su relación con la sociedad… debe ser de servicio y control,
una dualidad que se desprende de la delegación, y a su vez, de la necesidad de
crear una autoridad legítima.
Guillermo Tell
Aveledo: depende de lo que consideremos aceptable. Pero si nos
atenemos a una definición mínima, el Estado está para proteger nuestros
derechos -libertad, propiedad, vida, expresión...- a cambio de algunas
renuncias -pagar impuestos, servir a la Patria, etc.- La discusión es “hasta
qué punto nos protege”, y por lo tanto, “cuánto nos puede exigir”. Es un
continuo no definido, por más que uno pueda, tener una preferencia.
Jesús González: el Estado es una estructura de control social, que hace la misma sociedad y
que intenta controlar, de alguna manera, las relaciones entre los propios
actores sociales… de manera de intentar mantener un cierto nivel de orden y
estabilidad que permita el desarrollo de la sociedad. Es así, que se vuelve en
una estructura que crea, genera y administra la justica y las relaciones
sociales. Pero, esta relación tiene un límite y en la determinación del mismo
tenemos los distintos niveles sociales: desde los modeles socialistas que
intentar supercontrolar todos los espacios… hasta lo que piensan que no son
necesarios.
Guillermo Martín Castellano: desde la
dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935), todos los gobiernos en Venezuela
han optado por el rentismo petrolero. No en balde la Constitución de 1961
permitió suspender las garantías económicas hasta 1991. Ello dio lugar a un
Estado intervencionista y al proteccionismo económico; así surgió un
empresariado beneficiario de cuantiosas subvenciones e inapto para competir
internacionalmente y una clase media con alta propensión al consumo, derivada
de la sobrevaluación de la moneda. La caída del precio del crudo entre los
ochenta y noventa obligó a adoptar ajustes económicos para los cuales la
sociedad no estaba preparada. Con la llegada de Chávez y una nueva bonanza
petrolera, y gracias a la Constitución de 1999, el Estado se hizo más
intervencionista. El líder carismático desplazó a los partidos de masas y usó
los recursos petroleros para ir más allá del control político municipal,
alcanzando a las asociaciones de vecinos y sindicatos. Entonces aparecieron los
círculos bolivarianos, los consejos comunales, los consejos de trabajadores y
las unidades de batalla electoral.
El Estado, los
políticos y los ciudadanos. Fracaso y corrupción.
JO: ¿Al Estado
venezolano lo hacen los políticos o es al revés?
Jesús González: el caso venezolano es uno más de la historia del fracaso de los sistemas de
corte socialista, que a nivel discursivo son muy persuasivos, pero en lo
concreto traen hambre y miseria. En nuestro caso, toda la estructura del Estado
está secuestrada políticamente, partidistamente… pero además, esta estructura
pierde sentido pues está fallando en toda su relación con la sociedad, cuando
tenemos que desde los cuerpos policiales se planifican y ejecutan delitos, y un
estudio de hace algunos años la cifra rodaba el 23%, podemos decir que no sólo
el Estado esta penetrado por la política, sino también por la delincuencia, hoy
tenemos espacios territoriales controlados por bandas, al margen de esa
estructura, que parecen desdibujar su rol en la sociedad por la compleja crisis
política, económica y social que tiene los venezolanos.
Guillermo
Martín Castellano: desgraciadamente, en Venezuela no hay cultura jurídica
ni respeto a las instituciones. Chávez demostró que los políticos hacen al
Estado; él diseñó un Estado personalista donde el Presidente tiene la potestad
de disolver al Legislativo Nacional si éste destituye a tres vicepresidentes
ejecutivos; una adaptación de la Constitución de Fujimori, más propia del parlamentarismo.
Como ha denunciado el exmagistrado Eladio Aponte Aponte, la intervención
presidencial es tal que: "la justicia es como plastilina, porque se
modela".
Raúl Medina: el Estado lo
hacen sus ciudadanos, pero se determina sin duda por la actuación de sus
políticos, entendidos estos, como quienes están a cargo de las instituciones
que forman ese Estado
Guillermo Tell
Aveledo: al revés... El Estado, y especialmente los ejecutivos,
alcanzan un enorme poder de distribución de recursos y con eso amasan
una gran influencia. Pero eso porque el Estado es casi autónomo de la
sociedad, gracias a la renta petrolera, como las viejas monarquías
patrimonialistas. Irónicamente, hoy tenemos a un gobernante que no parece
engrandecerse en ese rol, casi milagroso, del Presidente de la República...
Sebastián Cova: aquí la
pregunta es “si el Estado venezolano sigue existiendo o no”, pero asumiendo que
sí, creo que debo partir reconociendo que en todas partes del orbe el
Estado es un ente con vida propia al que prácticamente ningún político puede
controlar del todo -o en algo- La
particularidad venezolana es el agravante de que el Estado es dueño monopólico
de su propia fuente de financiamiento, que a su vez es un commodity que
vale millones: el petróleo, por lo que el arma última con la que en el resto
del mundo cuentan los ciudadanos para controlar a la criatura de Frankenstein,
aquí no existe, resultando en que el monstruo anda de su cuenta y sólo se
ralentiza cuando el barril baja de precio, pero se activa y hace desastres
cuando sube. Ante esa realidad, no hay político que pueda hacer mucho y la
prueba empírica es Carlos Andrés Pérez, a quien todo el país se le volteó
porque intentó cercarle el coto al Leviatán.
Ideologías y
partidos políticos o me llamo de izquierda para caer simpático y redistribuyendo
me veo más bonito.
JO: ¿Cuál es
principal problema ideológico de los partidos políticos venezolanos?
Raúl Medina: que todos
quieren ser de izquierda y se determinan cómo expresión del “Pueblo”… y se
entiende, siempre este “Pueblo”, como pobres. El gran reto de los partidos no
es legitimarse con la pobreza, sino abolir la pobreza, no es etiquetarse de
izquierda o derecha, sino provocar un proyecto que procure el bienestar.
Guillermo Martín
Castellano: el principal problema ideológico de los partidos es que,
por querer seguir abrazando el modelo rentista, han renunciado a tener
auténticas concepciones programáticas. No hay programa de gobierno ni proyecto
de país, sólo estrategias vagas para alcanzar el poder y aferrarse a éste…o al
menos a las cuotas de privilegios asociadas a un cargo público.
Jesús González: existe una debilidad ideológica pues y en esto radica el principal
problema, en el caso de los partidos vinculados con el PSUV, hay un pasticho
ideológico utilizado a conveniencia que vas desde el árbol de las tres raíces
-enmarcados en las tesis, si se pueden llamar tesis de Zamora, Rodríguez
y Bolívar…por cierto, con inmensas contradicciones entre sí- hasta una adoración al fracasado modelo
cubano… o alabanzas a dictadores africanos, esto es un verdadero desastre. Pero,
en términos generales hay una crisis del sistema de representación de los
partidos que hoy no incorporan los intereses de una mayoría muy importante en
el país. Hay un ejemplo muy claro: hace unos 6 años hablar de las
expropiaciones era popular y Chávez logro capitalizar el tema… y tímidamente
algunos opositores se pararon para enfrentar esta política que tenía el apoyo
del 63% de la población; hoy, el desarrollo de los hechos hizo que la
tortilla se volteara nuevamente y el país rechaza este tipo de medidas. La
experiencia de fracaso de los modelos productivos chavistas ha sido tan
drástica, que hoy los empleados defienden a sus empresas. Creo que hace falta
tener posturas más fuertes… y ese discurso de “izquierdas y derechas” se agotó. El país reclama soluciones.
Sebastián Cova: a veces
pareciera que es precisamente la poca o escasa variedad ideológica. Aquí todos
los partidos son partidarios de la redistribución de la renta y la construcción
y mantenimiento de un Estado grande y proveedor de todo tipo de bienes y
servicios. Ningún partido se levanta en defensa de la reducción fuerte y
profunda del sector público. Por ejemplo, en estos 16 años, mucha de la crítica
de los partidos de oposición al chavismo se reduce a señalar lo ineficiente que
ha sido para implementar el mandato constitucional y sus propias propuestas de
gobierno, pero no, en
si de verdad, debe hacer muchas de esos mandatos y propuestas. Si lo vemos por
casos específicos, tendríamos que el chavismo ha sido criticado, porque sus
aumentos de sueldo mínimo son insuficientes para palear el alto costo de la
vida, pero nadie se pasea por la idea de si debe existir el sueldo mínimo o, en
otro ámbito, se lo ha criticado por el mal uso que ha dado a las fuerzas
armadas, pero nadie ha planteado, tan siquiera discutir más bien la eliminación
de las mismas. Se podría contra argumentar, que en todos los países con
sistemas de gobierno bien establecidos, los partidos políticos se mueven dentro
de un espectro limitado que no ataca los fundamentos mismos del sistema, y si
bien eso es cierto, es innegable que entre la Gran Bretaña gobernada por los
laboristas de Clement Attlee (1945-1951) y la de los conservadores de Margaret
Thatcher (1979-1990) había una distancia ideológica y un proceder
administrativo mayores, que los que hubo entre AD y COPEI, en un período de
tiempo equivalente… o incluso entre estos y el chavismo.
Guillermo Tell
Aveledo: definir esta relación retando el tabú de vivir siempre
de la renta petrolera. No es que deba negarse a cobrarla, lo cual sería una
estupidez, sino dejar de esperar que alcance para todo. Para tener una sociedad
más justa, hay que permitirle que sea más productiva.
Consejos para
oídos sordos
JO: ¿Qué consejos
le darías a la sociedad y a los que se dedican a la política?
Guillermo
Martin Castellano: Hay que
abandonar el mito de que Venezuela es un país rico y que el petróleo da para
todo, lo cual se tradujo en gasolina gratis -o casi gratis- para todos. Es
necesario aplicar políticas de ajuste, aunado a programas sociales focalizados.
También es preciso volver a hacer de las Fuerzas Armadas -en plural, Estado
Mayor Conjunto y no Estado Mayor General- un estamento profesional sin
filiación política, al servicio del país y no de un hombre o camarilla.
Jesús González: en nuestro caso hemos desarrollado un sistema de sociedad basado en un
Estado Benefactor –Welfare State- que
entró en crisis, que no tiene para distribuir bienes y servicios…por el
contrario, para lo que se ha vuelto muy bueno es para redistribuir la pobreza.
Hoy todos somos más pobres. Se hace necesario repensar nuestro modelo de
desarrollo, pues esta experiencia de los últimos años nos está llevando a un
colapso social, pues en una sociedad donde un profesor gana 10 veces menos, que
un bachaquero, algo muy malo está pesando. Nos tenemos que reinventar, y
siempre hay oportunidades para cambiar la balanza de poder que nos tiene en
esta situación, el 6 de diciembre hay una oportunidad, pero más allá de la
coyuntura electoral, hay que replantear nuestro modelo social, es un tema
complejo pero seguramente saldremos adelante, así como hay buenos médicos, el
país cuenta con buenos politólogos, economistas y profesionales que orienten el
destino nacional.
Sebastián Cova: precisamente
el que dejen de pretender querer aconsejar y reconstituir a la sociedad. Con
Adam Smith, opino que la sociedad es más próspera cuando se confía en sus
propias dinámicas internas que cuando se le quiere imponer cambios que ella
misma no ha reclamado, así sea desorganizadamente. La labor del político es la
de olfatear qué es lo que la sociedad está clamando -muchas veces sin estar
plenamente consciente de ello- para entonces empaquetárselo y vendérselo en un
programa coherente y aplicable. Un buen ejemplo de lo anterior lo hallamos en
los EEU de los años sesenta, cuando los gobiernos de Kennedy y Johnson
presentaron al país el tinglado de profundas reformas legales que hoy conocemos
por el nombre de "Derechos Civiles": leyes que buscaban eliminar el
racismo formalmente, y de una buena vez. Esto, que podría ser un ejemplo de
sobre activismo gubernamental, es realmente una prueba de oportunismo
histórico: el genio de los líderes de la época radicó en entender que había que
institucionalizar esos cambios, en ese momento, pero porque la
sociedad ya los venía produciendo, por sí misma… espontáneamente,
aunque de forma lenta y desorganizada… desde que se unió a los aliados en la
Segunda Guerra Mundial. Ese mismo programa de reformas en los años 'veinte o
treinta habría fracasado estrepitosamente… y sin conseguir ningún apoyo relevante.
Raúl Medina: que la
reivindiquemos, que busquemos transferencia en nuestro ejercicio y que
levantemos la idea de que un político no es un ser malévolo que nace de lo peor
de la sociedad.
Guillermo Tell
Aveledo: A los políticos, que tengan paciencia para escuchar
a la opinión pública, pero que no se dejen abrumar por complacerla
siempre. Y a los individuos y comunidades de la sociedad, que se permitan ser
más espontáneos y más autónomos.
Sintetizando
Las
opiniones son variadas, pero los resultados parecen empujar el bote hacia la
misma playa: redistribuir es bueno cuando hay dinero, pero, cuando no hay nada
para repartir ¿Qué se hace? ¡El Estado de Bienestar ha muerto!... ¡que viva el
Estado de Bienestar!, gritan los políticos caducos venezolanos. En esa
Venezuela, de las extrañas razones, los herederos del laberinto parecen querer
deshacerse de varios minotauros de felpa, a la vez. Lamentablemente, nadie
quiere buscar un plano -ni preguntarle a un arquitecto cómo reorganizar los
espacios para hacerlos más vivibles- y es que siempre, se les ha hecho más
fácil, poner un anuncio tras del vidrio de Miraflores que diga: “se solicita
nuevo matador”, y esperar, como ha sido costumbre, que luego el tiempo –y el
petróleo- produzca su buena dosis de olvido.
@ortegabrothers
8 comments:
Muy buen trabajo de este colectivo.
¡Felicitaciones por los compasivos aportes para la reflexión!
Una deliberación adicional: ¿y no será que mientras la ciudadanía venezolana siempre han querido batear a la zurda (aunque sean diestros), los lanzadores o pícheres, en su mayoría, son derechos? Y, en consecuencia, ambos son unos asilvestrados jugadores que no quieren entender las costumbres del juego democrático.
Es manifiesto que hay factores que intentan facticamente darle un manejo radical en este contexto, que sólo la destrucción del “otro” proporcionaría salida al conflicto social y político en Venezuela.
A manera de desenlace, pudiéramos caracterizar la lógica dominante en la actual coyuntura política venezolana. Primero: operó una reformulación de las fronteras políticas, que definieron el espacio democrático del país en la segunda mitad del siglo XX. Segundo: los antiguos “marcadores” han sido sustituidos por una polarización que se expresa en bloques políticos mutuamente excluyentes. Tercero: cada vez es más reducido el ámbito para el despliegue de formas hegemónicas de la política. (Restringida solo a los grupos políticos) Cuarto: esta situación de rigidez pudiera ser propicia para el cultivo de salidas antidemocráticas de cualquier signo. Quinto: lo fundamental en la coyuntura actual es la restitución de la vialidad democrática de la sociedad venezolana.
Desde luego, lo anteriormente descrito constituye una breve introducción a un intento harto complejo (relación cultura y política). Al que se hace forzoso darle continuidad en un trabajo más ambicioso.
En definitiva se pudiera resumir lo que hemos señalado en lo siguiente: distintos rasgos de racionalismo han dominado el espacio público de la política venezolana. En sus distintas versiones, romántica, liberal, democrática, revolucionaria con su debido correlato Socialdemócrata, Socialcristiana, Marxista-Leninista. Esta lógica no ha podido articular efectivamente la dimensión de la cultura con la política. Esta dislocación cuenta para decodificar las “razones” de la inestabilidad política venezolana a lo largo de los siglos XIX y XX la primera década del siglo XXI. Los opuestos abundancia/escasez aún están presentes en la construcción social de la realidad venezolana. El Estado venezolano lo expresa en sus políticas. La naturaleza es percibida como abundancia a ser maximizada en términos de renta. Esta lógica, a su vez, se encadena con una visión que privilegia elementos valorativos como solidaridad, igualdad e incentiva una relación paternalista hacia el ciudadano. Igualmente, en la formulación de estas políticas prevalece una visión racionalista que califica de mágico-religiosa la conducta del venezolano. Se atribuye a esta circunstancia la responsabilidad por las dificultades que impiden el surgimiento de una razonable cultura cívica en el país.
Es posible postular que el significante democracia juega un papel central en las representaciones colectivas del venezolano. En tanto construcción simbólica, establece relación con múltiples referentes. Por ejemplo, en la actual coyuntura política se ha formulado un plan político que ambiciona establecer equivalencias connotativas entre democracia, igualitarismo y solidaridad. Sin embargo estos ensayos se llevan a cabo en el marco de una visión colectivista, distributiva y maniquea que intentado implantar el campo de lo político entre Honestos-patriotas-pobres vs. Corruptos-fascistas-ricos.
La consolidación de una democracia en Venezuela ha de ser el resultado de articulaciones entre principios políticos (libertad, igualdad, justicia, participación, y demás). Es impostergable imbricar su política con su cultura. Esta relación no es fácil. Como ya lo hemos señalado las tradiciones populares son vistas por el racionalismo político y en el caso nuestro, yeno de temáticas marchitas, como obstáculos para la modernización. Sin embargo, el mundo rural, el urbano, el sincretismo religioso, la diversidad indígena, el discurso popular, el mestizaje y otros, son fuerzas actuantes en el presente, que pueden proporcionar las creencias que las libertades políticas deben proteger. Asimismo esta modalidad política se articularía al entreverado de tradiciones, costumbres y creencias que suministrarían atributo a nuestro pueblo. que se trace el ejercicio del poder desde la perspectiva de una genuina cultura política democrática. Es decisivo que las actuales dirigencias reconozcan, que la sociedad los ha desbordado y que su concepción de la democracia es precaria, ya no satisface las demandas de la mayoría, que desistan de repetir un discurso sostenido en estereotipos conductuales que inducen a la irresponsabilidad, colmado de contenidos gastados.
Para concluir:
Se percibe que global y localmente hay una tarea decisiva. Esta implica como mínimo, la resistencia al simplismo, a los slogans a los sketches, a los reclamos de exigencia y facilidad de restaurar valores seguros.
La simplificación se nos revela ya como bárbara, como reactiva. La “clase política del país” debe lograr esta decodificación, sino quiere caer en su cesación y empujar al país en una aparatosa caída.
Estimado profesor Eladio Hernández, sin duda que más de un gato se ha vestido de conejo para entrar al guiso jajaja abrazo
Cierto Pedro García. Muchísimas gracias por tu lectura y tus consideraciones. La cultura política venezolana, es un marco que influye pero q pienso no condiciona totalmente. La dinámica venezolana no es fija, y como dato de la realidad, las élites criollas -políticas y económicas- siguen siendo negándose a observar realidad de un mundo cambiante. Contar con una sola fuente de riqueza, también aparece haber atrofiado el sentido de previsión. Abrazo
Gracias Pedro Rafael García Molina :)
Gracias Eladio
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