Destruir la reflexión: la universidad venezolana frente a la ruina del país rentista
Joaquín
Ortega
Hoy, Newsweek
Venezuela conversa con 4 intelectuales, cuyo perfil académico, los
convierte en el vivo ejemplo de profesores quienes han tenido éxito, al
interior -y más allá- de las aulas universitarias. Convergen en sus pasiones,
la voluntad por sus diligencias ciudadanas -y el galanteo sutil- con la
introspección y el trabajo extra muros.
Jorge Luis Borges dijo alguna vez que: “la universidad debiera insistirnos en lo
antiguo y en lo ajeno. Si insiste en lo propio y lo contemporáneo, la
universidad es inútil, porque está ampliando una función que ya cumple la
prensa”. Ante esta picante insinuación ¿cómo podríamos reaccionar? ¿Con lasitud,
con postergación, con un frío giro, hacia otro lado? ¿Es el pasado más
importante que el presente, dentro de los claustros del saber comedido y
sopesado?
Igualmente, nada más cónsono con esos espacios para el
saber, que asumir que el verdadero pensamiento es cosmopolita, es enciclopédico
y por ende, universalista. ¿Qué
hacer cuando ya no se queman bibliotecas sino que se estrangulan voces y se
impiden lecturas, que no son complacientes con el mando de los déspotas y
arbitrarios? ¿Cómo defenderse de aquellos que aún siendo egresados, embisten
contra su propia casa de estudios?
El
ágora virtual se inicia. Empezamos por la crisis y la autonomía.
JO: ¿Cuándo comenzó la crisis
de las universidades nacionales, entendidas como autónomas? ¿Terminará algún
día?
Jesús Rodríguez: aunque hubo eventos previos, la crisis
se inició cuando los gobiernos empezaron a intervenir en ella, sin encontrar
quien la defendiera. En la segunda mitad del siglo XIX, José María Vargas sí
detuvo las pretensiones del Presidente Monagas -en 1847- También, Guzmán
colaboró, vendiendo sus propiedades otorgadas por el Libertador Simón Bolívar,
para que tuviese autonomía, en fuente de ingresos. La crisis no terminará,
mientras sus autoridades -de antes y de
ahora- entiendan que la autonomía no se negocia, ni siquiera con porcentajes de
cupos para otros organismos como OPSU, porque se llega a la situación actual.
Eladio Hernández: Yo creo que el momento crucial, fue al final de la década
de los sesenta –hacia 1968- con el allanamiento… y luego, a principios de los
setenta -1971- con la nueva Ley de
Universidades. Terminará cuando los universitarios nos hagamos respetar, tanto
a lo interno como a lo externo; es decir, cuando los docentes universitarios
entendamos nuestro rol académico y cultural para los venezolanos y
latinoamericanos ante el mundo.
Pedro Urruchurtu: Pienso, que la crisis de
las universidades nacionales comenzó desde el mismo momento en que se concibió
el modelo que hoy las sustenta. Por supuesto, en otro momento país, las
circunstancias eran distintas y eso permitió mantener y darle vida a una
dinámica hoy agotada. La absoluta dependencia al presupuesto -que brinda el
Estado- la convierte, necesariamente, en una institución secuestrada y más
frente a un gobierno enemigo de la Academia y el pensamiento libre. Se hace
urgente un cambio de modelo -y un debate- sobre cuál debe ser el que debe
imperar; comprendiendo, lo que significa el conocimiento en pleno siglo XXI. La
necesidad de la participación de la empresa privada y sus aportes, así como el
de los productos que las universidades generen y, en definitiva, un modelo
ajustado al desarrollo real del país, siendo verdaderamente libre. Entonces,
así, es que podremos ver un cambio. Del resto, sólo nos quedaremos pidiendo
presupuesto justo.
Rafael Romero: La universidad nunca ha sido autónoma. Quizás,
si la crisis se refiere a su autonomía, el modelo de gestión subordinada, de
carácter petrolero, sea el giro, que en el período democrático, marca una
situación definible como crítica. Aunque, yo no le definiría como crisis
a la situación actual, porque veo que la subordinación petrolera goza de muy
buena salud.
El papel de la Academia, de la Ratio
Técnica y el conocimiento.
JO: ¿La academia tiene algo
que decir hoy en día? ¿La RatioTécnica
triunfó sobre otras razones? ¿Cómo producir y transmitir conocimiento, en éste
exacto momento histórico?
Pedro Urruchurtu: la Academia tiene
mucho qué decir, pero también mucho qué explicar. Afirmo esto, no por sus
defensores y quienes creemos en ella, sino por aquellos que han guardado
silencio cómplice y han permitido el avance de un modelo de naturaleza
totalitaria que busca aniquilar toda forma de pensamiento libre. Hay una gran
oportunidad de reflexionar sobre los errores cometidos y sobre hacia dónde debe
ir Venezuela. Y, sin duda alguna, el conocimiento que debe transmitir la
Academia venezolana hoy es el inherente a su preservación y defensa, pero
también lo que comprende la necesidad de recuperar y defender valores y
principios democráticos y de libertad.
Jesús Rodríguez: la Academia
debe seguir formando técnicos que sean ciudadanos, en este momento de quiebra
moral y económica, debe erigirse en un
bastión y cambiar la estrategia de megainvestigaciones, por proyectos más
pequeños, de preferencia individuales. Para transmitir conocimientos: utilizar
las modernas herramientas, que de paso, surgieron, en parte, por respeto
ecológico.
Eladio Hernández: sí, tiene que decir y mucho. Pareciera
que ha venido prosperando un "pragmatismo academicista", lejos del
verdadero papel que deben tener las universidades con el país; es decir, el término
de “comunidad académica” por el papel de “comunidad docente”, solamente; y eso,
debido a las múltiples y variadas intervenciones de los agentes,
tradicionalmente enemigos de la cultura y de la ciencia.
Rafael Romero: esto es pura derrota,
aquí no hay victoria… jajaja. Más que victoria de la razón técnica, yo hablaría
de éxito de la razón afectiva. El triunfo del individualismo freudiano ha hecho
demasiado daño a la convivencia colectiva.
La política y
lo que dice
JO: ¿Sigue teniendo la política algo que decir?
Jesús Rodríguez:
Sí. Que el abandono y menosprecio en
participación en política trae consecuencias en forma de gobiernos despóticos,
corruptos, oligárquicos, con delincuentes dentro de su estructura…
desordenados; que esto es válido para cualquier parte del mundo.
Pedro
Urruchurtu: tiene mucho qué explicar también. La política
siempre tiene algo que decir y hacer, el problema es que algunos se adueñan de
ella y en su nombre actúan, desvirtuándola. No obstante, es importante que la
política asuma su rol en la sociedad y que los ciudadanos también lo entiendan
así y comprendan su rol. Esa relación recíproca es la que permitirá, no sólo
conducir a Venezuela a un cambio de modelo, sino a que la política apunte a
decir lo que debe decir.
Eladio Hernández: Sí, y mucho. Lamentablemente
ha sido una de las ciencias más perjudicadas por el pragmatismo y demagogia
gubernamental.
Rafael
Romero: lo colectivo ha sido, a la vez, replegado y exacerbado de
formas que favorecen tanto la gestión individual de los fracasos, como a la
sublimación colectiva de las esperanzas. Ante estos problemas, las soluciones aún
no han sido innovadoras.
La barbarie
organizada como gobierno
JO: ¿Cómo se puede evitar que la barbarie organizada -o desorganizada-
vuelva a gobernar en Venezuela otra vez?
Eladio Hernández: más bien es una
barbarie desorganizada. Se logra educando al pueblo, sobre todo a los electores
que tienen esa responsabilidad; estableciendo mecanismos institucionales en la
ciudadanía, para que rechace la demagogia y el populismo irresponsable.
Jesús Rodríguez: Las medidas profilácticas tienen la misma inspiración
en Ciencias Naturales y en Ciencias Sociales: combatir las causas y subsanar
los hechos nocivos establecidos. En nuestro caso, es ejercer la ciudadanía y
así no volver a permitir malos gobiernos -y aliados- que de manera continua,
socaven la confianza y el apoyo, que a los gobiernos deben los ciudadanos como
legitimantes; no satanizar la participación política sino encausarla; hacer
cumplir a las instituciones los objetivos para los que fueron creadas; ser
abiertos ante la capacidad creadora de los ciudadanos para resolver problemas
cotidianos.
Pedro Urruchurtu: Por un lado,
entendiendo quiénes fueron los que nos gobernaron, llamar a las cosas por su
nombre, poner las responsabilidades donde corresponde y, sobre todo, tener un
sentido absolutamente estricto sobre qué es lo que no debemos repetir. Eso pasa,
por dejar de lado prácticas propias de la oposición, que piensa que recordando
o incluyendo aspectos del actual estado de cosas, tendrán la simpatía de los
que apoyan a quienes gobiernan hoy. La sensatez y la verdad deben ser clave,
luego de tantos años de mentira. Romper el modelo obliga a hacerlo en serio,
con una transición real, no gatopardiana.
Rafael Romero: simplemente, hay que
acabar con el petróleo.
¿Qué hacen y qué aportan como intelectuales?
JO: ¿Cuáles
son sus áreas de estudio principales y qué piensan que pueden aportarle a la
construcción, reconstrucción o reinvención del país?
Pedro Urruchurtu: las Relaciones
Internacionales, con énfasis en la Política Exterior de Venezuela, pero
también análisis de política nacional. Remitiéndome a lo primero, que es lo
principal, esa construcción, reconstrucción o reinvención pasa por la
reformulación de muchas de nuestras relaciones y por la revisión de quiénes son
nuestros aliados. Asimismo, pasa por una comprensión de la dimensión real que
alcanzó este proyecto de alcance regional -y hasta mundial- y a quiénes debemos
recurrir para solicitar ayuda en esa reconstrucción. No se trata sólo de deudas
o relaciones peligrosas, sino del replanteamiento de nuestra Política Exterior
en sí misma, que sea coherente con los objetivos de esa nueva Venezuela y que
ayude a alcanzarlos. Todo esto, con la premisa fundamental del rescate en
nuestra propia confianza, para así cambiar nuestro esquema de
relacionamiento con el mundo.
Rafael Romero:
me enfoco en superar - teórica y pragmáticamente- al individualismo ingenuo. Trabajo el
área de la neuropolítica.
Jesús Rodríguez:
Mis áreas de estudio y que ejerzo son Neurociencias y Ciencias Políticas. En la
primera, trato de mantener la enseñanza actualizada en pre y postgrado, con las
líneas modestas de investigación autofinanciada que llevo desde hace un lustro,
con participación estudiantil y de residentes de postgrado. En la segunda:
continuar con investigaciones en Historia Política local, para contribuir al
acervo del pensamiento político venezolano del siglo XIX… apoyar con mi materia
“Política y Salud” al Doctorado de Salud Pública de la Facultad de Medicina UCV,
ofrecer mi Tesis Doctoral -Pensamiento Político de José María Vargas- como
materia al Postgrado de Historia y al de Ciencias Políticas. En ambas áreas:
mantener y mejorar el cumplimiento de las normas éticas y producir conocimiento
nuevo y útil para las nuevas generaciones.
Eladio Hernández: es la politología.
Aquí, nuestro aporte es el sentido común cargado de ética y conocimiento, el
cual debería ser difundido por los medios de comunicación, sin el sesgo de los
intereses patrimoniales de las empresas e instituciones, públicas o privadas.
¿Es el fin de algo?
Para muchos
venezolanos, volver a votar por este gobierno, es enfrentarse a una película
mala, funesta y repetida. Parafraseando a Samuel Johnson: “casarse por segunda vez, es el triunfo de la esperanza sobre la
experiencia”; así, que bajo ésta
idea –la de volver a creer en un cambio positivo para el país, con la misma
receta fracasada, durante 17 años – nos parece, que simplemente chocamos con la
acción obstinada de un pensamiento delirante. Arruinar la educación es echar
abajo al joven, antes de que pueda andar. Deshacer la memoria histórica con
inexactitudes y monedas falseadas, fomentar la incorporación de falsos
supuestos la investigación en las ciencias sociales, y en especial, matar a la
pregunta, por incómoda, por civil -y sobre todo por democrática- es lo que
subyace, en todo este ataque proyectado, descomedido y artero del gobierno nacional,
frente al presente de las juventudes venezolanas.
Recordemos esa
monserga de la vieja derecha, en palabras
del brillante, pero políticamente impresentable, Martin Heidegger: “La educación del pueblo, a través del
Estado para el pueblo –ese es el sentido del movimiento nacionalsocialista-“;
pasando por la novísimas izquierdas neoestalinistas –ataviadas de espejismos
participativos, a lo Boaventura de Sousa
Santos- , cuyos centros de formación no parecen ser sino el abrigadero que
acondiciona el verbo de repetidores de frases hechas, y el remozamiento de
liderazgos para los partidos únicos, contextualizados en sistemas políticos
corruptos y represores.
Parecen ser malos tiempos para los humanistas, no mejores
tiempos para los durmientes. De hecho, ya son virulentos tiempos, para los que sospechan
que pensar por sí mismos, se ha convertido en el acto de autoafirmación más
significativo y peligroso de la Venezuela actual.
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