Sunday, November 11, 2018

Overlord: Nazi que no mate gente, no quiere a su mamá



Overlord. La peli que te recuerda que “Nazi que no mate gente, no quiere a su mamá”
Joaquín Ortega

Todos queremos fantasear con el mal histórico, ser parte del sobrediseño de las calamidades y los horrores. ¿Será por eso que la mayoría de los escritores le buscan una quinta pata al gato…o se imaginan, desde la ficción, una docena de horrores sobrenaturales adicionales a una tragedia natural?

En el caso de Overlord (Julius Avery. EUA2018) se unen una serie de lugares comunes del sub género conocido como el Naziexplotaiton; lleva la mezcla un poco del cómic, texturas del Gore, temporalidades de las ucronías y mucho del cine Giallo italiano. La mezcla, al final no es material para dar un aplauso de pie, puesto que su alcance es edulcorado, pero sin duda entretiene. A los bemoles. Por ejemplo, si fuese dirigida para un público mayor edad -y con exigencias claras como el sadismo explícito o ciertos desnudos artísticos- habría sido ineludible que se convirtiera en una película de culto; esto es, en una historia a la cual podemos adorar más allá del tiempo y de las críticas en contra.  Pero con mucha tristeza, el film se debate entre ser una conversación de pasillo entre Captain America (Joe Johnston. EUA, 2011), Saving Private Ryan (Steven Spielberg. EUA, 1998), Heavy Metal (Gerald Potterton. EUA, 1981) e Inglorious Basterds (Quentin Tarantio. EUA, 2009)

La trama es sencilla: el famoso día del desembarco en Normandía en 1944 las fuerzas aliadas necesitan neutralizar una torre de control que interfiere en las comunicaciones del bando de los buenos. Tras una sucesión de interferencias mortales, prácticamente un batallón queda reducido a un pequeño grupo de no tan valientes soldados. Poco a poco, comienzan a aparecer rasgos de un mal más allá de lo humano. Rostros prácticamente desconocidos para el público llevan adelante la historia con bastante competencia. La edición y el color nunca desencajan al observador y -con mucha discreción y poca prisa- nos llevan de una película de guerra, a un centro de tortura con presencia de drogas experimentales, sadismo bajo, golpes, tumbos y personajes que van y vienen de la muerte.

Particularmente bella y talentosa resulta la aparición de Chloè -Mathilde Olivier- una francesa atrapada en una pesadilla aldeana, un poco más enmarañada que la guerra misma. La presencia de Jovan Adepo -quien interpreta al Soldado Boyce- es quien salva el día y permite ser quien lleve la historia hacia otros lugares, a los cuales los personajes de reparto no pueden llegar; no porque no puedan, sino porque el libreto los condena a otros lugares más allá del castillo, los bosques o los pasadizos secretos. Quedan por fuera ciertos hilos que cortar y seguramente –si la taquilla cubre los costos de inversión- veremos una o dos historias más vinculadas a la película original: el pasado en el entrenamiento de los soldados, Boyce y sus orígenes vudú -vía su abuela haitiana- Incluso, sería interesante saber algo más del Sargento Eldson                -Bokeem Wodbine- quien logra construir toda la psicología, amén del tono y modo de un divertido, mal portado y ocurrente hombre de armas, perfecto para habitar el  universo que éste tipo de aventuras exigen.

@ortegabrothers

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