Saturday, May 30, 2015

Partes privadas: chismes


Partes privadas: chismes
Joaquín Ortega

Como estoy seguro que no faltará un guevoncito, de esos que echa chistes en tascas, que vendrá a robarse lo que aquí se diga, lo primero que le deseo es que se enamore de un chino de abasto y… que su amor no sea correspondido.

Una vez decretado su futuro, vayamos a lo que vinimos:

Yo tuve una jeva del interior que cuando iba a buscarla en moto, su abuela nos perseguía ladrándonos.  No es que estuviera muy loca, era más bien, lo contrario, que por ser demasiado cuerda, empezaba a aullar como cacri, con el único y expedito fin de que  sus primas y hermanas dejaran -aunque fuera  un ratico- de hablar de la gente. Sabemos que nada tan barato y divertido como sacarle los trapitos al sol a los queridos y malqueridos. Nada que llene el corazón de una energía tan negativa, pero a la vez, estimulante, como enterarse de la belleza chocada por el tiempo; de la felicidad hogareña tornada en drama marginal; de la díscola vida –post divorcio- de la mosquita muerta que sonsacaba maridos en vecindades con sus curvas y sus shortcitos  cacheteros.

Hablar mal del prójimo es tan sabroso, que hasta el hambre se nos quita, el sueño desaparece y el dolor menstrual más puyúo se convierte en un ruidito distante, casi como el de una corneta pegada en el estacionamiento del sótano 4. O sea, que si no le paras, terminas por olvidarlo con dos pepas y una copa de vino.

Hablar mal de otro es un placer de insondable explicación en el que caen todos: desde los santos para señalar las trampas del maligno espíritu, pasando por los pecadores para empujarnos disimuladamente con el pié, hasta el borde de la olla más calientica del infierno.

El que nunca haya repetido un chisme que lance la primera piedra.

Y al que le agrega algo al cuento…ajá, ese ya se está riendo solo.

Para vivir tranquilo, nada mejor que asumir lo que se es. Salga de cualquier closet social que haya en el mercado: sí usted es talla S pero jarta –con “j”- , a la manera de un talla XL, entonces usted es un lambucio; sí usted odia cada muerte de Grey’s Anatomy, póngalo en su status de Facebook  y no engañe más a su papá con el cuento de que es fan de House of Cards; sí usted es funcionario público, pero ama mal los juegos de NFL, ábrase un Twitter con otro nombre, y bote ese amor amarrado por las cabuyas rojas de la ideología -que le paga el sueldo- y grite a los cuatro vientos que “más macho es un Quaterback que cualquier dizque prócer, de esos que tiene pegados frente al escritorio”.

Cuando le digan “chismosa”, responda que al contrario, usted es “corresponsal de lo no escrito”. Cuando le digan “correveidile”, diga que usted es una “cronista de las intimidades humanas”. Cuando le digan “vida ajena”, ponga cara compungida y llame al grupo de sus panas de confianza para trazar un plan, en donde se contrasten las confidencias salidas de bocas de compadres y aguardientosos, con la vida real de ese inútil, que osó sugerir que su actividad no es buena para el equilibrio del planeta, sino además, dañina para la formación de una confederación intergaláctica.

Mujer: dale candela a todas las “cuerpas” con esa lengua, que no calumniar es nunca haber vivido.
Hombre: no seas malagradecido. Así como las mascotas te traen animales muertos a la cama, como tributo; las mujeres que te aman, te traen chismes a tu oído, por la misma razón.


@ortegabrothers


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