Sunday, July 10, 2011

Pornosofía


Pornosofía

Joaquín Ortega

Threesome y epoché

El protocolo pornográfico establece el encuentro de dos mujeres y un hombre bajo la herencia del Menage a Trois -relación amorosa producto del novedoso formulismo amatorio, naciente en aquellas casas de citas del siglo XIX- La cama, el gimnasio, el set exterior o interior ayudan a manifestar la esencia de la pulsión en clave fenomenológica. Se origina así, un descubrimiento andrógino en la unión de tres cuerpos, en la reunión de placeres, se revela la pertenencia del deseo al orden de la conjunctio opositorum y cada combinación iterada “hombre-mujer-mujer”, satisface las dos pulsiones celadas de la bisexualidad consumada. Una bajo el contrato de la posición dominante femenina, a su vez compensadora de teatralidad, desde el punto de vista masculino. La segunda, por medio de la reafirmación del poder de observación varonil, esto es, desde la revelación del espejismo, primeramente polucionado y ahora cumplido.

Creampie y Pareto:

La inseminación y el All Internal como subgénero pornográfico manifiesta el poder de atracción especialmente en la mirada. Lo sexualmente consumado, debe registrarse -y en especial orgías, tríos o grupos puede- compartirse. El cum sharing y el feltching, se conecta con una teoría que no reconoce ninguna deducción lógica. Para un economicista social como Pareto todo residuo es instinto, sentimiento, son intereses que constituyen los materiales de las teorías no científicas. Las derivaciones en clave paretiana se sistematizan lógica o seudológicamente, produciendo en el observador la idea de que el poder generador de su semilla se traslada -en una sola eyaculación- al conjunto con el que comparte la escena de placeres. El protagonista sigue siendo el hombre, a través de la esperma que se comparte, y que lúdicamente, termina comunicada e intervenida entre efusiones y saliva de las bacantes.

MILF y la imagen mnémica:

La memoria en clave aristotélica contiene un carácter electivo, y en especial deliberativo. La mujer madura, en este caso, para el mundo porno todo lo que no es teen o pornstar va asumiendo un carácter crepuscular, pero también de iniciación. Los tríos se pueden subcomponer en una joven mujer -seducida o no por la pareja- y una mujer adulta que construye, rechaza o se inmiscuye en el artilugio para la red de regodeos. Para San Agustín el tiempo era un Distensio Animi, esto es, “lo que duraba la conciencia”. Dentro del cosmos de las mujeres mayores, serán las fantasías eróticas el territorio donde los consumidores de la escena, acuerdan archivar la belleza en nueva voluptuosidad. El tiempo se detiene y al final se estira la piel contra el espacio, se prolongan los espasmos, del estado presente al potencial, consumándose la belleza tecnológica y quirúrgicamente revitalizada.

Rough sex, sado maso y la construcción de la máquina: la patología de la violencia -y de la del dolor- coinciden en que las condiciones deben ser establecidas, tanto para los jugadores como para la puesta en escena. La repetición de una situación traumática, ahora bajo condiciones reguladas por el director (a) o por el actor –actriz- de la escena, constituye un sistema afinadamente autónomo, lejano a cualquier encuadre de la fantasía sexual común. Al repetir el orden de los factores -ahora con un resultado distinto- la fantasía del sexo rudo se revisa a la luz del formalismo matemático, esto es, la escena concebida como una máquina, que al disponerse, resuelve un problema definido, pero incapaz de satisfacer las ramificaciones de “todo problema”, en el sentido de Gödel. Así, al cabo de finalizar las combinaciones y tormentos, los dolores y humillaciones consentidas, la paradoja del número y lo empírico se verifican, debido a la comprobación de un hecho de identificación de experiencias aisladas.

Group, orgy y una posible la condición ex hypothesi del gusto: para la universalidad del juicio la comunicabilidad de las razones y del sentimiento es fundamental. La base primaria de la orgía es el placer dionisíaco y la participación delirante. No existe orgía sin excesos y la puesta en escena pornográfica así lo reconstruye. Todo intercambio de pareja condice y reubica a la reproducción de la posición sexual, a la modificación de las posibilidades y a la observación del placer ajeno. Los integrantes se acondicionan al gusto de los torsos y los genitales, de la búsqueda -y satisfacción delicada- oral y vaginal, para luego irse ubicando en la geografía de las delectaciones de los convidados. Potencia y hábito se ponen a prueba luego de la ronda sexual. La prueba es psicológica y física ante la observación, y la estética del proceso, evaluará las bases de la próxima aparición en grupo, a partir del sentido común.

Vintage sex y la dimensión espacial: el viaje al pasado se produce con la memoria y con el registro audiovisual, con la confrontación del documento gráfico o escrito. La pornografía melancólica existe y se despliega en los lugares donde las viejas imágenes brillan con su luces gastadas, con sus estrellas muertas o en proceso de despedida de las cámaras. También se recuerda, por medio del homenaje: vello falso en genitales, pelucas y maquillaje, música e iluminación. Entre el sexo pasado coreografiado -y ejecutado por personas vivas- y la excitación de los cuerpos bellos, pero muertos, aparece un Tanatos enmascarado de Eros. El material audiovisual produce el mismo confuso sentido del espacio como un receptáculo del placer. Largo, ancho y profundidad versus las nuevas dimensiones del espacio-tiempo producen unos contornos orgásmicos incalculables para el “no lugar” y la inmanencia.

Fetish y protención.

La perspectiva de la atención y la sustitución del placer por el recuerdo construyen uno de los brazales dicotómicos y continuados de un diagrama arbóreo. Elegir y separar, decidir y dejar de lado son opciones que se convierten en puntos inexistentes en el morbo del fetichismo. El objeto sexual vive en la propia excitación, y los amantes, por medio de la cámara, realzan el protagonismo de la prenda sobre la analítica cartográfica. Las pulsiones están por encima del cuerpo y la prenda se vigoriza en cualidades y placeres posibles. Es la ruta del genital, al pezón o a la boca que besa y mama. La libertad de la prenda en la mente, autoafirma el poder de la erección o el sentido de dominación del animal bello, a través del paño o el tejido -al igual que la lubricación y el estímulo total ostentan sobre la mujer- un modelo de unidad instituida y arquetípica como vanidad o medicina.

3D y la integración personaje y observador.

La inclinación del observador participante ejemplifica la superación del antiguo muro levantado entre la teoría y el análisis in situ. Ambos mantienen relación de complicidad y el juego de la pertenencia pasa al proscenio en forma de facultad judicativa. Así, se prefiere, se elige, se decide, se anticipa y se proyecta en el espectáculo. La coacción resulta inexistente. Sonidos y voluptuosidades, siendo intermediarios, comparten la brecha reducida por la tecnología. El árbitro deja de ser la pulsión o la pantalla fría. Se hace un viaje consciente al lugar inconsciente del ensueño donde la imagen, la emoción y el instinto se multiplican frente a la realidad virtual, reconciliando a la señal, tanto con la idea preformada como con la fantasía deformada.

Sexting y Searle.

Entre la frase completa y el significado cumplido habita cierta propensión al juicio. Todo pensamiento sobreviene texto, pero resonará como eufonía cognitiva en la medida que se asuma oración de completitud. La escritura sexual, el morbo sugerido y la promesa de performatividad se articulan hasta la hipótesis capaz de comprobación experimental. La ascendencia de la pulsión sexual se patentiza en la idea de la consumación, en el proceso de autoestímulo –así como de proposición y oferta de una sexualidad por efectuarse. Escribir en clave de irrupción a la genitalia, activa la memoria del desdorar y embestir carnalmente; lo que continuadamente, pergeñará una teoría del significado, muy distinta a la segunda versión de Peirce, como teoría de la verdad y de la realidad. El sexting es al fin y al cabo un implícito inmerso en el principio de expresabilidad de Searle y por lo tanto genealógicamente fregeano, en notación de sentido y de referencia.

Glamour porn: Más allá de la conexión entre sociedad y participantes de la vida comunitaria, inspirada por el estricto espíritu aristotélico, todo aquel que se expatría de la Polis no es simplemente animal o meramente dios. En esta deriva metódica del sexo audiovisual, la puesta en escena supera al coito y el cuerpo maquillado y acicalado hasta la exageración, se vincula en capas al objeto externo de la reciprocidad estocástica o de la geometría naturalista. Así, una hipotíposis -o definición fantástica- cobra vida, tanto al interior de la masturbación contextualizada, como de la eyaculación enfática: una con parábola lo suficientemente rememorada por la cámara lenta. La lógica y la matemática, entendidos como lenguajes artificiales, hacen de la convención de la belleza penetrada sin sudor, una epifanía de la redefinición de Venus, ésta vez, desposada con la “jauría-audiencia” que la mira desde atrás de la videocámara.

Amateur y vocabulario:

El ensayo y el error en la arquitectónica del discurso sexual audiovisual se distienden del género no profesional. La visita al set de placeres carece de valores de producción, abunda la subestimación de la forma frente al contenido, la toma sufre de caídas, el equipo conoce cansancios, la postproducción revela fallas de tiempo, así como grietas en la edición e incorrección en la narratología porno. No existe vocabulario sin una sintaxis equivalente en el género atendido, así que cada traspié se conecta con un una suerte de humor oscuro, uno que revela los códigos aprendidos, a lo largo de la educación audiovisual del consumidor promedio. La verosimilitud se sobrepone sobre la verdad, y en este caso la autenticidad rompe con la tradición y la estética venerada.

Ass to mouth y terminus ad quem.

Punto de llegada y punto de partida en el viaje de la boca al ano. Es ésta inexistencia de la idea de consumación, desde donde se parte para la comprensión de una dinámica tras bastidores de la higiene, la pulsión de entrega y el apoyo erótico. El ass to mouth en tríos conecta el trabajo en equipo, una lógica específica del proceso y el método protocolar establecido en clara resonancia de tareas a lo Sade. Así, la rutina “anal-boca” existe como un término dentro del horizonte matemático. Es punto de llegada y de partida de un movimiento. Culo y boca en reticularidad como en un terminus a quo y terminus ad quem, ad libitum. La prestidigitación sexual se convierte en silogismo consensuado entre los verbos y las conjunciones, y aún cuando abundan otros componentes sincategoremáticos -generando nuevas proposiciones de sentido y premisas corporales y guturales, donde la vagina resulta desatendida, en una maniobra reveladora de la sumisión al periodo- la pragmática indica, una franca revelación a la superación de los miedos, coligados a los placeres de la sentina.

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