La chica en la
telaraña
Joaquín Ortega
No importa que no hayas visto las películas anteriores, no
importa que no sepas de qué va la trama, no importa que no sepas ni el nombre
ni el orden de los libros de Stieg Larsson. Ésta versión de The
Girl In The Spiderweb (Fede Álvarez. EUA. Reino Unido. Suecia. Alemania. Canadá, 2018)
pone todo en un orden medianamente comprensible con el fin de relanzar al
personaje de Lisbeth Salander (Claire Foy) para un público nuevo… y otro no
tanto.
La historia es simple: nuestra entrañable Hacker y genio justiciera se ha
escondido por dos años, de su compañero de aventuras y venganzas Mikael
Blomkvist, el editor del periódico Millennium.
Éste todavía la extraña ¡y para colmo! no ha podido superar su ausencia,
incluso desde el punto de vista profesional: las crónicas basadas en la vida
reciente de Lisbeth lo llevaron al éxito, pero también a la frustración como
narrador de historias reales. Sin ella cerca no hay ni inspiración ni oficio.
La trama
En ésta oportunidad un científico Frans Balder – Stephen
Merchant- le pide ayuda a nuestra heroína para recuperar un programa que le
permitiría –de caer en manos equivocadas- tener el control del armamento
nuclear de todo el globo. Apoyándose en narrativas clásicas como las de John Le
Carré, las sagas de Mission Impossible
(Desde Brian De Palma a Cristopher McQuarrie),
La trilogía de Jason Bourne: The
Bourne Identity (Doug Liman, Paul Greengrass, Tony Gilroy. EUA, 2002-2016)
o The International (Tom Tykwer.
EUA-Alemania. 2009) poco a poco, todo se
vuelve un desmadre tipo efecto bola de nieve. Entran más actores e interesados
en la búsqueda del fulano programa y del código que lo habilita. Policías y
mafiosos van tras lo mismo. Veremos intentos de asesinato, carreras,
explosiones, intrigas internacionales y una cantidad de traiciones sucesivas
minuto a minuto.
Fede Álvarez -y su director de fotografía Pedro Luque- mantienen
la estética cargada de azules y sepias propuesta por David Fincher en The Girl With The Dragon Tatoo de 2011 y
ciertamente prefigurada en la versión original de 2009 del sueco Niels Arden
Oplev. El frío y las panorámicas aparejan la historia y le dan profundidad a
los constantes giros en la trama. El estilo de Álvarez es sin duda, de una
descripción detallada, limpia y consecuente. Combina el intimismo con los
grandes planos, dándole presencia y verosimilitud a unos cuantos momentos de
barroquismo tecnológico. Otro punto a su favor es el compromiso demostrado por
un excepcional departamento de sonido, el cual que no debe perderse de vista
para ningún ojo fanático del cine.
Todo lo comentado no tendría sentido si no apuntáramos que es
una película de orígenes; y al pretender ser el inicio racional de la historia,
Lisbeth se enfrenta a la presencia de su hermana, supuestamente muerta hacía
casi dos décadas. Muchos encontrarán coincidencias con la serie Dexter (EUA.
2006-2013)…con la perspectiva clásica del Cliffhanger
a lo Arthur Conan Doyle y su Sherlock Holmes… o incluso sentirán reminiscencias
del canon de los asesinos seriales y sus gemelos malignos. Más allá de eso, la
dinámica de amor y venganza también apoya a la puesta en escena y no conduce a
mayores descarrilamientos narrativos.
Mención aparte merece el equipo que acompaña y hace de
contrapunto a nuestra habitual heroína solitaria: LaKeith Stanfield –Edwin
Neeham- y Cameron Britton –Plague-
el primero es un agente de la NSA sagaz y valiente, y el segundo, un hacker freaky y confiable. Un thriller con explosiones
que logra la tensión más allá de las versiones previas.
@ortegabrothers
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