Cine para 2
Joaquín Ortega
Guerras de hombres y batallas de mujeres
El heroísmo se construye en
dos lugares: primero en el sitio donde la muerte acecha y luego en el relato
posterior, allí donde se describen las cicatrices y se hacen escuchar las voces
apagadas. Por otro lado, conversar -y
sobre todo entre mujeres- no solo es terapéutico sino natural y hasta
hereditario. Tenemos dos films frente
a nosotros que conjugan la importancia del relato y la de los pequeños
triunfos; y aún, siendo antagónicos en formatos e intereses, nos invitan a ser
parte de un diálogo que va más allá del aquí y el ahora. Dunkirk y Las
Insoladas son motivo de revista, hoy en Cine para 2.
Dunkirk (Cristopher Nolan. Inglaterra, 2017)
La tradición de las películas
bélicas insiste en mostrar casi siempre dos extremos de lo que ocurre en
batalla: las acciones violentas y la psicología del que padece –o inflige- la
agresión. Con experiencias visuales como las de Stalingrad (Joseph Vilsmaier, 1993), Saving Private Ryan (Steven Spielberg, 1998), The Thin Red Line (Terrence Malick, 1998) o Enemy At Gates (Jean Jacques Annaud, 2001), las combinatorias de
grandilocuencia e intimismo se han ido puliendo y profundizando en el cine de
guerra actual.
En éste enfoque particular que
ofrece Dunkirk nos encontramos con una gran narrativa que se encarga
de dar cuenta de dos climas emocionales: uno intimista -el mundo tras una
máquina, la subsistencia al extremo en las congelantes aguas del mar o la
espera por las órdenes y la muerte misma- y otro, a la distancia –paneos, vigilancia
remota, delineando acciones frías o meramente tácticas- La historia se vale de tres locaciones: el
puerto, el mar y el aire. Todo esto cruzado por la ayuda de los civiles en
curso, desde el otro lado del canal de La Mancha. Nolan, valiéndose del
sombrero de mago que tan bien sabe desplegar, construye varias líneas narrativas
que se descubren al final, concentrándolas, para resolverlas en la última hora
del evento histórico.
El ensamble de personajes
comunica esencialmente con sus emociones, se encuentran en la vorágine de
eventos aleatorios, terribles y fatídicos. Son pocos los diálogos y la poética
de las imágenes reproduce una suma de sensaciones que van desde la
conmiseración ante muertes inútiles, hasta la empatía con los traumatizados en
guerra. El diseño de sonido y la puesta
en escena con elementos fílmicos en desuso - aviones reales, inmensa cantidad
de extras, presencia de la cámara en el
detalle “hombro a hombro” con los actores- hacen de la película un homenaje a
la tradición del cine más artesanal y realista. Sin duda, se repiten ciertos
abusos -que ya trae Nolan desde la segunda y tercera entrega de su trilogía de Batman-
en donde la banda sonora contamina el sonido de los diálogos o distrae de un
sonido ambiente lo suficientemente descriptivo para la audiencia.
Al ser una película de
estructura coral cada uno de los actores cuenta con momentos clave en la
historia. Destacan por su fuerza dramática las escenas en el barco de Mr.
Dawson… el segmento dentro de la embarcación holandesa… las angustiantes escena
marinas bajo ataque. Los combates aéreos, y en especial, la secuencia inicial,
que no deja de duda de la miseria de quienes envían a niños y jóvenes a la
muerte: Al decir de Erich Hartmann: “la guerra es un lugar
donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan
entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian,
pero que no se matan”. Dunkirk habla de la muerte uniformada y de la
posibilidad de sobreponernos a ella desde la solidaridad y el afecto. Puntuación:
9 sobre 10
Las Insoladas (Gustavo Taretto. Argentina, 2014)
El cine de comedia
nunca ha sido fácil. La tradición del retruécano, de la delimitación de las
manías para construir personajes divertidos, y a la vez creíbles, no es ajena a
la creación audiovisual argentina. Gustavo Taretto viene de dirigir Medianeras en 2011- influida por el
tono del Dramedy de Paul Thomas
Anderson y del cine independiente norteamericano –profesional y manifiestamente equívoco- de
gente como Jim Jarmusch o Alexander Payne. Medianeras arranca como un acierto y
cierra con simplicidad y sin sorpresas. En esta ocasión Las Insoladas bebe directamente del Pedro Almodóvar de Mujeres al borde un ataque de nervios (España,
1988), recurre a una banda sonora tropical al uso y recrea un imaginario más de
agencia de viajes que real, en torno al ritmo de la salsa, a paraísos tórridos
y a romances en espera, creando una interrelación femenina, más propia de la
onda de un comercial televisivo, que de la narrativa del cine comercial.
Los personajes
resultan acartonados, demasiados planos -psicológicamente hablando- logrando
incluso que el intento de parodia quede corta, y a veces ni siquiera, tenga el
chance de lograr alzar el vuelo. La fotografía, desarrollada en una terraza de
los años 90 convence y las referencias a esa década, se sobrevienen con el fin
de hacernos creer a trocha y mocha que los personajes viven en la época que nos
cuentan. Siendo un intento de ensamble actoral algunas voces quedan
desaprovechadas valiéndose de la belleza natural de las actrices. Actúan
principalmente figuras del teatro de variedades y la TV: la multi premiada Carla Peterson, Luisana
Lopilato –la actual esposa del cantante candiense Michael Bublè, la
divertidísima Marina Bellati, la actriz y coreógrafa Maricel Álvarez, la también directora de teatro Elisa Carricajo
y la inusual Violeta Urtizberea –hija del humorista Mex Urtizberea- Si va por
un divertimento, tal vez lo encuentre, pero sin duda encontrará más tropezones
que buen baile. Puntuación: 5 sobre 10
@ortegabrothers
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