Los gordos mentales
Joaquín Ortega
La mayoría de los fanáticos de la cultura Pop se vuelven vampiros. Piden más,
chupan más duro, se sacian con menos, y casi siempre, piden la misma receta,
con un nombre variado. Se contentan con que le cambien el empaque del cereal,
pero comen el mismo arroz inflado con una sonrisota, eso sí, ahora recalentado.
Muchos se convierten en vagos de las
ideas, en holgazanes del argumento, en inútiles del giro en la trama y en magos
de la memoria selectiva.
Los enfermitos del Gore,
quieren más sangre y rebanadas…desean una apoteosis de las degollinas, con la
única diferencia de que cuando la tienen, es lo mismo que han visto en pelis y
videos en los últimos veinte años, pero esta vez en cientos de litros traídos
en cisternas. Le cambian el Soundtrack a
la misma secuencia, y ya se imaginan que están frente a un novedoso producto
cultural, innovador y flamante. Pasa con las películas de Freddy Krueger, pasa
con Mad Max, pasa con las franelas de
íconos de la muerte o la TV…pasa con los bobos ideologizados y hasta con los
flujogramas de Pictoline.
Los enfermitos de los libros de terror, los frikis de
monstruos come gente, los perdidos en galaxias western se meriendan la misma patraña,
cada cinco minutos. Luego hacen una pausa y 10 años después, les venden los
muñequitos que ya tienen, pero con una letra más grande en las cajas.
También entran en la zona de confort de los gordos mentales,
los que se hacen los locos cuando les venden grandes mitologías o clásicos
dramas griegos en cine y TV. La legión de Game
Of Throners no quiere enterarse de un tal Shakespeare, ni de los Borgia, ni
de cualquier familia real desde al año 1200 para acá. Nadie ha leído a
Maquiavelo o Hobbes o a Gracián, pero ver un capítulo de House Of Cards los convierte en analistas esenciales del poder. Los
que confunden plagio con melancolía, vuelven a atiborrarse la bandejita mohosa
de la fantasía, las persecuciones del punto “a” al punto “b” –y al revés- los
envenenamientos y las traiciones sin ni siquiera pasarse un ratico por Edgar
Allan Poe, Alfred Hitchcock o la grandísima Patricia Highsmith.
Los que van de público a stand
ups comedy son posiblemente los que menos se den cuenta, de que el 90%
de los chistes son bajados de internet, fusilados de salones de comedia
españoles o latinoamericanos, rebuscados en páginas de olvidados críticos del mundo
de su época –desde Aristófanes y las zarzuelas, pasando por Pepo y Jardiel
Poncela y llegando a Lenny Bruce o Louis CK - Son diarias las extracciones con
pinzas de Late Shows y Sitcoms, y se aprovechan de los que tienen
menos de 25 años –y del Alzheimer prematuro de los viejos- porque estos chamos están
distraídos viendo a Youtubers que
traducen listas de Cracked.com, para
decirlas en español. Inserte aquí nombres como Dross o el Rubius, solo para
hablar de los más conspicuos “nuevos escritores”, apoyados por esas editoriales
que se quejan en privado, de que sus lectores no son más cerriles, porque no se
levantan más temprano.
El punto de apoyo de todo gordo mental es una baja autoestima
y una alta cantidad de lectura carbohidratada que no le saca celulitis al coco,
pero que sí le genera otros efectos secundarios, es decir, no es que te ponga
más bruto, sino que hace que la inteligencia se te mude de edificio.
@ortegabrothers
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