Jon Watts un rookie con pegada en el terror, la acción y los superhéroes
Joaquín Ortega
El cine contemporáneo de acción nunca fue el mismo desde Stagecoach (John Ford, 1939), el cine de
horror, jamás tuvo el mismo espíritu desde que la sombra y la faz de Nosferatu (F.W. Murnau, 1922) cruzaran
las pantallas mudas con su solidez etérica. El cine romántico no conoce de
épicas parecidas, al acento y compás que propusiera Gone With The Wind (David O. Selznick, 1939) Hoy en día, de muchas y variadas formas, algunos personajes arquetípicos, se conectan
con fondos históricos referenciales de ensueño y pesadilla, de la mano de nuevos
directores de cine.
Jon Watts logra en 2014 con The Clown una pieza única de estilo y precisión, como pocas operas
primas. Es una película que respeta tanto la tradición del terror de las B Movies, como del sustrato real de
psicópatas y asesinos en serie. No contento con esto, el mismo director, apenas unos meses después, presenta en el
festival de Sundance 2015, una pieza
contundente y fronteriza con varios géneros de la tradición del antihéroe
norteamericano. Se trata de Cop Car,
una historia de crimen, huidas, paciencia y desesperación que involucra la
tontería natural de la niñez, junto al sórdido castigo, que poco a poco, van
ganándose sus involucrados, en un mundo que es más una jungla que un zoológico
humano.
Hoy, tenemos el chance de conversar con alguien que con
solo dos obras a cuestas, recibe el pase de antorcha para expandir el universo Marvel con la perspectiva de un nuevo Spider-Man a estrenarse en 2017.
J.O: Dirigiste una película de terror que redescubre el
miedo por los bufones ex profeso: la
famosa “coulrofobia” o temor inexplicable a los payasos. En The Clown (2014), le vas poniendo cada
vez peor las cosas a un hombre bueno… ¿Cómo desarrollaste una historia donde le
va tan mal a un padre de familia tan compasivo?
JW: Sin duda en las películas de horror, equivocarse es
una forma de abrirle la puerta al infierno. Es la caja de Pandora, ¿sabes? La
abres creyendo que todo estará bien, pero al contrario, es un portal para que
malos espíritus, pésimas decisiones o temores internos salgan a devorarse,
justamente, lo que no quieres que se coman.
J.O: ¿El libreto iba desde un principio unido a tu mirada
como director o hiciste cambios en el proceso?
J.W: lo pensé, lo diagramé en mi mente, luego hice un
primer tratamiento…luego concebimos un story
board detallado…pensé en las secuencias más técnicamente retadoras para los
días con menos posibilidad de lluvia…los actores sabían que teníamos un
pacto…al menos, una vez al día, tendríamos una broma con alguien del equipo,
para poder grabar algunos gritos reales, digamos de…”terror sano”…
J.O: En The Clown
tienes un equilibrio entre angustia emocional y psicológica, además de terror
puro y duro, a la manera de Tobe Hooper…primero todo se presenta de manera muy
emocional - hasta de humor negro -,
luego el entorno se contagia del espanto de los personajes…
J.W: Cierto, trato de que durante la primera parte de la
película nazca cierta empatía hacia el payaso, luego por más que sepas que la
está pasando mal, quisieras que la gente no sufra por sus acciones.
J.O: La sangre no es excesiva, incluso juegas, en algunos
momentos a ocultarla y en otras pareces montar coreografías Gore…
J.W: Contamos en el equipo con grandes dobles de
riesgo…ellos saben cuando bailar y cuando golpearse de manera segura…y también
hay que saber dónde poner los pies…hay que ver bien dónde se pisa, ya que en el
set hay momentos realmente
sangrientos…a veces, las cosas se ponen resbalosas o pegajosas invariablemente,
al tener tantos litros de maple, haciendo parecer real la sangre…
J.O: En The Clown,
haces como un homenaje velado a Polanski y a Kubrick…son unas referencias para
entendidos.. y también a Browning en Freaks…
J.W: me gusta aludir a mis autores visuales
preferidos…mucho de lo que se hace es para el público, pero también para amigos
y colegas…también el trabajo de William Friedkin en The Exorcist es clave…cuando el mal anda al acecho, no solo es un
asunto de resolverlo solos, también hay que llamar refuerzos…
J.O: Hablemos un poco de Cop Car (2015)…El torpe con placa no es único, pero Kevin Bacon con
su personaje receloso le da una nueva dimensión a ese tipo de idiota
motivado…Es un thriller indie que
homenajea Fargo y No Country For The Old Men, pero que
también recuerda a Rob Reiner y ese viaje de amistad que es Stand By Me…
J.W: Lo principal en Cop
Car era mostrar que todo estaba mal desde el principio: dos chicos solos,
un auto solo, unas travesuras que se salen de control…el cine de los Coen ha
llevado problemas muy gordos a la experiencia de lo simple…eso quisimos hacer
en Cop Car una aventura de unos
chicos, que se les vuelve un asunto de vida o muerte…muy a su pesar, muy en
contra de lo que todos sentimos por los niños: cariño y deseo de protegerlos…
J.O: En Cop Car,
también se habla del policía malo, del que se corrompe en solitario…la ficción
retrata por igual al oficial honesto que al deshonesto…te lo pregunto, porque
he notado como una especie de viralización de los exceso policiales en Estados
Unidos, últimamente…no es que no sean reales ¿pero acaso las fuerzas del orden
no tienen que enfrentar a los delincuentes en el mismo terreno?...
J.W: los derechos civiles siempre han sido un punto
importante en nuestro país…no debemos dejar de estar vigilantes sobre cualquier
exceso…siento que el periodismo debe hablar por todas las voces involucradas…por
otro lado, el cine y la TV debe hacer otras historias: unas que te hagan pensar
en los actos de los cuales solamente tú eres responsable. Un drama policial de
ficción solo dura 90 minutos, uno en la vida real, dura por generaciones.
J.O: Voy a repetir algo que sonará políticamente
incorrecto, pero dicen que “trabajar con niños es peor que trabajar con
mascotas”… ¿los amenazaste vestido de The
Clown para que cumplieran con sus trabajo…además, en Cop Car prácticamente la mayoría de las escenas son en exteriores?
J.O. De hecho hay un momento intenso: la persecución en
auto…es en algún momento sádica, como en aquel largometraje para TV de Steven
Spielberg: Duel (1971)…
J.W: Creo que sí, de hecho hay que seguir los pasos de
los grandes directores que a su vez son productores…tenemos que subirnos a sus
espaldas…Spielberg es un trabajador incansable, no solo está en todos los codos,
por donde fluye la película, sino que sabe mostrarnos historias desde los ojos
de un niño. En un niño todo es sorprendente…todo lo ve por primera vez, al
igual que la audiencia… por eso, la mirada desde la infancia produce tan bellas
películas. Yo veo Empire of the Sun
(Steven Spielberg, 1987) como un gran ejemplo de ello. Hay pasión, hay
aventura, hay dolor, hay sorpresa y amor.
J.O: ¿Qué puedes decirnos de tu enfoque de Spider-Man?
J.W: Soy fan del personaje, desde el Comic número 1, pasando
por los multiversos, encuentros, cruces y relanzamientos…tengo un tatuaje de él,
amigo… ¿Quieren más pruebas?... solo Venom
o Green Goblin podrían saber algo
más que yo de su futuro en este momento. Pronto daremos prueba de ello y sin Spoiler Alert.
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