De monstruos y otros ciudadanos: José Antonio
Joaquín Ortega
En los vagones grises brilla una media sonrisa
Es José Antonio burlesco entre crucigramas y sudokus
Las tardes que más le gustan son las que parecen
circulares
Como los viajes que hace de ida y vuelta entre las
mismas líneas
Entre las páginas que escriben las historias de los
que suben y bajan
José Antonio detalla a los pasajeros
A los que comen y a los que beben
A los que ponen los pies sobre los asientos
A los que le niegan descanso a los magullados
A los Viejos
o a las mujeres que llevan dentro a otros transeúntes
Cada mirada es de reojo
La primera la hace con su cuenco bueno
La segunda la hace con el que falla en la letra
pequeña
José Antonio escribe lo que su memoria no puede
guardar
Y en el renglón donde se lee maleducados
Le coloca una, dos o tres estrellas
Cada una significa lo mismo, pero le permite estar
claro
En los grados de intensidad
Así, se imagina lo que haría sí pudiera ser el jefe
El jefe de las tareas de los maleducados
José Antonio hace en casa lo que más le gusta
Cuenta escalones que va agregando
Los agrega hacia abajo, porque cada vez cava más
hondo
En cada peldaño se imagina un estribo
Y se siente contento porque el caballo
Es de concreto y fuego, de tierra y cabillas
José Antonio también sortea lo que entregará a los
elegidos
A unos, después de tanto observarlos sabe que le
gustan las baratijas
A otros, los dulces o las imágenes…a otros los
afeites
Así los seduce y los hace bajar del tren
Y los lleva con voz baja entre pasillos, vendedores
y cornetas
José Antonio tiene un lugar especial para los que
observó
José Antonio les da a sus convidados un gorro y unos
guantes
Y los hace levantar cajas escaleras arriba
Los convence
de cantar cualquier melodía monótona
Ellos suben con la cima puesta en las retinas
Las mujeres sonríen
Los hombres no pueden creer en la luz de salida que
tienen al frente
El sótano deja de ser un sueño, para volverse una
realidad fría
Hedionda a moho y mucho más nocturna de lo que pensaron
jamás
José Antonio les dice que suban
Que sí superan esa carga la calle será de ellos
Y que José Antonio no los seguirá
En una carrera feroz y torpe dos mujeres y un hombre
Suben las escaleras casi vivas de José Antonio
Y luchan por lograr su lugar en la punta de ese
iceberg de susto
Corren rápido, fuerte y casi emocionados de estar
afuera
Pero, en su afán no se dan cuenta del caballo en el
que se han subido
Las escaleras cobran vida y se encabritan bajo sus
pies
José Antonio hala una polea y un cable y sus amarres
Responden a su voluntad
Los tres desconocidos ruedan otra vez abajo
Y José Antonio ya se imagina mirando a patanes
precoces
Dentro del subterráneo
No comments:
Post a Comment