Una
muy incompleta historia de vida
Para la Salle, Tienda Honda
Joaquín Ortega (Politólogo, escritor, locutor y
creativo audiovisual)
Nací en Caracas. En el Hospital Clínico
Universitario en 1969. Era un 25 de enero. Dicen que era domingo – ¿o tal vez
lunes?- día de Santa Elvira, según revisé, años después de haber aprendido a
leer, en un calendario Rojas Hermanos. Mi madre –Iris- maestra de profesión -y
de vocación- me hizo entender que lo que no se estudia de manera alegre no se
fija en la memoria ni resulta útil.
Estudié primer grado en la escuela José Mercedes
Santeliz, muy cerca de la casa de la señora Longa. Allí, cada bistec y cada
tajada frita eran estrictamente una delicia. Con esos sabores, y con ese cariño,
todavía sueño, hoy en día. De segundo hasta quinto grado estudié en el colegio
el Buen Pastor, donde recuerdo con especial cariño a la maestra de segundo y
tercer grado Elda y a la directora la Maestra Petrica.
Siempre dibujé muy mal, para los estándares de
entonces, que eran simplemente “no salirse de las líneas” de los cuadernos con
imágenes para colorear. Así, que por creerme el cuento de que hacía cosas feas
nunca mostraba lo que hacía. Ahora me divierto haciendo las rayas y las
criaturas que me vienen en gana.
El sexto grado lo cursé en el colegio el Buen
Pastor, donde nunca pude tumbar eficientemente mangos; lo que sí hice, fue
tomar agua de una fuente directa del cerro El Ávila. Allí un profesor invitado -Carlos
Pérez Ariza- me celebró unas noticias falsas, en donde un asesino callejero
picaba a la gente por la mitad con un sable láser de Star Wars. En ese momento,
me di cuenta hacia donde enfilar algunas ganas.
Ya iba dejando de ser niño para volverme adolescente
y montado en los carritos y autobuses soñaba y hablaba solo. De grande hago lo
mismo, pero en el Metro y en los carros donde gentilmente me dan la cola.
El bachillerato pasó por mí, con buenos y peores
momentos, dos liceos con nombres de prócer o de barco hundido siguen llevando
sol y sombra: Lino de Clemente y Gustavo Herrera. Ser a veces rata, ser a veces
el sometido, es el balance de la adolescencia. Lo mejor fue leer, escuchar y
medio tocar rock y música académica, aprender a tener amigas y a tratarlas como
damitas, cosa totalmente distinta a vivir entre los lepes y coquitos entre
panas.
La universidad no fue fácil: me perdí entre
vocaciones que más bien parecían derrames de líquidos tóxicos: física,
filosofía, derecho. Todos los intentos estaban puestos en llegar a comunicación
social, pero fue en ciencias políticas donde me gradué, en la Universidad
Central de Venezuela.
Ser politólogo me hace escéptico, ser escritor me hace memorioso, ser libretista me hace momentáneo, ser poeta me da pausa. Escribir humor me mantiene cuerdo.
Ser politólogo me hace escéptico, ser escritor me hace memorioso, ser libretista me hace momentáneo, ser poeta me da pausa. Escribir humor me mantiene cuerdo.
Antes de graduarme, ya escribía en Radio Rochela,
gracias al descubrimiento de unos textos humorísticos que le di a la profesora
Magaly Pérez, novia de Laureano Márquez, para aquel entonces.
Con un breve seminario que nos dictó Laureano, comencé a colaborar regularmente para el espacio de televisión más visto y con más historia de la TV nacional. Fue una gran escuela de escritura, fue una gran escuela de supervivencia en ese particular zoológico humano llamado televisión.
Luego de dos años en RCTV, volví a la calle.
Vendrían más ministerios, organismos públicos, partidos políticos viejos,
nuevos o reencauchados, más estudios filosóficos, salones de clase e intentos
de hacer radio. Programas de TV fracasados, malos sueldos, robos de ideas,
rabias, traspiés, para siempre levantarse de nuevo. Vivía una doble, tal vez
triple vida. Quería escribir chistes o situaciones graciosas, pero sin
intermediaciones ni censuras. Al fin, me tocó el turno al aire.
Hice durante 5 años el Show de la Gente Bella en la
radioemisora 92.9 FM con un gran equipo. Todos los locutores, escritores y
productores de entonces –ya hoy con carrera propia, en casi todos los medios
importantes de Venezuela y el mundo- siguen siendo mis hermanos y hermanas.
Luego, a partir del comienzo de la persecución de la libertad de expresión –Ley
Resorte en 2005- salí del aire y volví a escribir para otros artistas. En ese
tiempo hice libretos para cine, para TV… mucha más radio –ahora extranjera-
algunas veces firmé con mi nombre, en otras, tuve que utilizar seudónimos.
Otra lección: la gente mala existe, es vengativa y
tiene buena memoria. Lo único que nos salva de ellos, además de Dios, es que se
meten con gente más mala por rutina y dejan de ocuparse de uno. Incluso hasta
nos olvidan.
Del 2006 al presente he dado clases en la UCV, en la
escuela de Estudios Políticos sobre varios temas que me interesan desde el
punto de vista académico: la teoría política, las utopías y las distopías, las
nuevas tecnologías. Siempre me ha llamado la atención cómo el arte se cruza con
las ciencias sociales, la filosofía, y sigue su camino luego, hacia sus propios
destinos.
Hoy, sigo escribiendo, sigo al aire en 92.9FM en la
Hora Verde –un programa nerd, como yo… como muchos- sigo dando clases donde
puedo y tratando los temas que más me gustan o que más me disgustan.
Disfruto y reflexiono sobre la ciencia ficción, el
humor, la filosofía política, las tecnologías, la poesía y la vida en las
ciudades, en donde me tocó vivir. Me gustan los perros y los gatos, las
peceras, las playas bajitas y mansas. Crecí con la televisión, con los cómics,
con los libros y con el cine. Todos los días los sigo encontrando, ya sea en
las viejas salas o en los nuevos dispositivos que se inventen.
Me gustan las historias con finales felices, pero sí
son tristes, las entiendo como pasajeras. Estar vivos es un asunto de un tiempo
breve, no resulta nada nuevo decir, que nada en la tierra debería eternizarse. Por
eso, disfruto las bebidas frías con mucho hielo, pierdo el tiempo imaginándome la
vida cotidiana de los superhéroes, y quisiera comer, al menos, una vez a la
semana, en una larga mesa con mucho pan, con muchas cosas rojas y verdes
salidas de un sartén caliente… que haya mucha familia y muchos amigos.
Esa me gustaría que fuese la escena que se repitiera en mi ciudad y en muchas otras.
Esa me gustaría que fuese la escena que se repitiera en mi ciudad y en muchas otras.
Si pudiera pedir un deseo, sería conversar un buen
rato con mis ídolos vivos o muertos y preguntarles detalles que solo a los
ociosos nos importan: ¿qué música escuchaban y por qué? ¿Qué hubiesen preferido
de regalo de cumpleaños? Y ¿quién les dijo que esos cortes de pelo les iban
bien?
Hay más cosas dentro de una historia de vida que
pueden tratar sobre el amor y otros asuntos. Cuando se me ocurra qué colocar, lo
haré.
No me queda más nada que desearles que rían… lean…
amen… sueñen…pinten, bailen, naden, viajen y nunca guarden en el recuerdo, nada
que les quite el apetito.
Caracas, 29.04.2014
2 comments:
Bonita forma de hablar, pasé parte de mi adolescencia viendo el show de 92.9 y tus palabras evocan cosas agradables de las que si me detengo a pensar, puedo recordar. Saludos Joaquín.
gracias hermano!!
un gran abrazo!
J
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