De
monstruos y otros ciudadanos: Christian
Joaquín
Ortega
A
Christian le gusta el sonido
El
que sale de una botella guardada en un desván que huele a madera y plantas
Christian
cree en las amplificaciones magníficas
Tiene
puesta toda su fe en lograr registrar las palabras de las moscas, las arañas y
las nubes
Si
las nubes conversan, Christian está seguro de poder grabar sus diálogos
Sabe
que sólo pueden hablar de dos en dos
Por
eso es que se separan, de cuando en cuando; y rompen las formas
Que
desde abajo todos podemos ver
Christian
amontona los decibeles de los cocheros
Los
alaridos de mujeres frente a animales asquerosos
Sabe
que los silencios también tienen su propio sonido
Y
con una nueva máquina podrá hacerlos manifestarse
Son
las cintas y las líneas que crecen como brechas de sangre gris frente a su
pantalla
Sus
mejores amigas
Lo
escuchan y él las escucha a ellas
Christian
sale a la calle a registrar sonidos con su propia mente
Y
luego los transcribe dentro del estudio con imitaciones casi perfectas
Recoge
el llanto de los más pequeños
Las
violencias que se desvanecen entre tiroteos y choques de autos desatinados y
continuos
Christian
silba bien, pero sabe que la fidelidad está en el mundo real
Así,
que armado de un micrófono y varios aparatos, cada vez más livianos
Toma
la ruta del farmaceuta
Esta
es, la de la fórmula y la prueba, la de la dosis y la posología
Christian
tiene amigos que aman el sonido
Y
que como él viajan con las ventanas cerradas para sacudirse el tedio de la
población del centro
Como
él sus amigos prefieren los susurros de noticias viejas
Se
ríen de las mandolinas que parecen salidas de cajas extirpadoras de un
patrimonio nervioso
De
un vistazo a medias
De
la tranca constante
Christian
y sus amigos rodean la noche
Con
lámparas de fuego que salen de unos motores que sólo pueden ser nocturnos
Christian
se abalanza sobre los atrevidos que dejaron de escuchar el latido de
Quien
ahora los arrincona y los conmina a ser parte del gran eco
Su
territorio es la eufonía
Y
a los amantes desatentos los liga con cuerdas de guitarra
Y
entre singultos y jerigonzas los convierte en intérpretes
Los
arrincona hasta su propio ritmo
Los
convence de asentir con la cabeza
Les
hace tambores rojos
Sístole
y diástole
Sístole
y diástole
Primera
y segunda posición
Con
y sin capotraste
Dos
cuerpos y un director
Haciendo
música con sus contorsiones y síncopes
Christian
escribe la partitura sobre la grama
Y
le dice a sus amigos-cómplices que se escondan
Adentro
de sus bolsillos
Christian
duerme con unos audífonos y en cada nueva vuelta
Sabe
que puede ir afinando los gritos
Corte.-
Job23:58.-
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