
De monstruos y otros ciudadanos: Javier
Javier se sienta en las tardes en una mecedora incómoda
Su cuerpo se balancea poco, pero su mente vive inquieta
Le gusta recordar detalles y quedarse comprendiendo por horas algún trofeo perdido
Algunos de sus triunfos no pueden exhibirse, pero la soledad los recibe muy bien a ambos
A Javier y a sus recuerdos
Javier sabe abrir portones
Las cerraduras jamás pudieron rendirse ante él
Las calles parecen tener rejas espirituales e incluso para esas clausuras él tiene una ganzúa
Javier cree que la mente es una caja
Una que hospeda herramientas y peldaños
Sí, la mente es una caja
Una caja que habla en afonía y que enmudece ensordecedoramente
Una caja es la mente
Si la mente pudiera estar al aire libre parecería un estadio
Y a Javier le gustan los lugares grandes
Donde una carnada es buena entre tantos
Entre las gradas se refrena
Allí se sienta y está en todos los detalles
Se percata que niñas grandes llevan muñecas vivas en su regazo
Sabe de buena tinta que algunos hombres se barnizan las uñas y que dentro y fuera del juego guardan otro tipo de secretos
Dentro y fuera del cualquier juego Javier los espera
Sin pasarse de listo
Incluso cuando ni siquiera, los que por allí deambulan, saben que están jugando, Javier los espera…y…
No se pasa de listo
Javier al principio de esta historia estaba sentado en una mecedera incómoda
Y con su instinto imperturbable y minucioso viajó
Fue y vino más allá de su cuerpo
Y quebrantó leyes humanas y nadie supo que fue él
Porque un cuerpo amarrado sobre sí mismo no reviste ningún peligro
Y así está Javier
Ni siquiera recibe una ronda
Ni una consideración más allá de la médica
Porque ciertas enfermedades generan lástima, incluso si se ha sido un personaje ruin
Y es bueno aprovecharse de los momentos, como de los sacrificados
Javier ha practicado desde siempre la actitud que combina el miedo con la lástima
Por eso se disfraza y pide limosnas
Toma el cuerpo de ancianas de rostro amable
Remeda la voz de cansados buscadores de sustento
De ingenuos tontos que obsequian flores, y tras ellas, una hoja puntiaguda que se cuela e implanta el adiós a la vida en esta tierra
Javier desde su silencio maneja la mente de otros, abriéndolas como un portón
Porque él sabe de horquillas, de pasadores y promesas
Invariablemente convence
Y te dirá que no pasa nada
Pero es a él, en su mecedora a quien nada toca
Para todos, para los otros, siempre llegarán coincidencias con la agonía o con algo peor
No comments:
Post a Comment