Tuesday, July 26, 2011

De monstruos y otros ciudadanos: Javier


De monstruos y otros ciudadanos: Javier

Javier se sienta en las tardes en una mecedora incómoda

Su cuerpo se balancea poco, pero su mente vive inquieta

Le gusta recordar detalles y quedarse comprendiendo por horas algún trofeo perdido

Algunos de sus triunfos no pueden exhibirse, pero la soledad los recibe muy bien a ambos

A Javier y a sus recuerdos

Javier sabe abrir portones

Las cerraduras jamás pudieron rendirse ante él

Las calles parecen tener rejas espirituales e incluso para esas clausuras él tiene una ganzúa

Javier cree que la mente es una caja

Una que hospeda herramientas y peldaños

Sí, la mente es una caja

Una caja que habla en afonía y que enmudece ensordecedoramente

Una caja es la mente

Si la mente pudiera estar al aire libre parecería un estadio

Y a Javier le gustan los lugares grandes

Donde una carnada es buena entre tantos

Entre las gradas se refrena

Allí se sienta y está en todos los detalles

Se percata que niñas grandes llevan muñecas vivas en su regazo

Sabe de buena tinta que algunos hombres se barnizan las uñas y que dentro y fuera del juego guardan otro tipo de secretos

Dentro y fuera del cualquier juego Javier los espera

Sin pasarse de listo

Incluso cuando ni siquiera, los que por allí deambulan, saben que están jugando, Javier los espera…y…

No se pasa de listo

Javier al principio de esta historia estaba sentado en una mecedera incómoda

Y con su instinto imperturbable y minucioso viajó

Fue y vino más allá de su cuerpo

Y quebrantó leyes humanas y nadie supo que fue él

Porque un cuerpo amarrado sobre sí mismo no reviste ningún peligro

Y así está Javier

Ni siquiera recibe una ronda

Ni una consideración más allá de la médica

Porque ciertas enfermedades generan lástima, incluso si se ha sido un personaje ruin

Y es bueno aprovecharse de los momentos, como de los sacrificados

Javier ha practicado desde siempre la actitud que combina el miedo con la lástima

Por eso se disfraza y pide limosnas

Toma el cuerpo de ancianas de rostro amable

Remeda la voz de cansados buscadores de sustento

De ingenuos tontos que obsequian flores, y tras ellas, una hoja puntiaguda que se cuela e implanta el adiós a la vida en esta tierra

Javier desde su silencio maneja la mente de otros, abriéndolas como un portón

Porque él sabe de horquillas, de pasadores y promesas

Invariablemente convence

Y te dirá que no pasa nada

Pero es a él, en su mecedora a quien nada toca

Para todos, para los otros, siempre llegarán coincidencias con la agonía o con algo peor

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