Friday, November 20, 2009

Una Fiesta en La Romana...Diario de un jodedor

Una fiesta en La Romana

Joaquín Ortega



Cuando sales de Venezuela te reencuentras con todo lo que perdiste en tu propio suelo: caminatas sosegadas sin miedo a sufrir arrebatones, ex novias que beneficiaste gorditas -y que ahora están súper buenas y repotenciadas-, tareas que dejaste a un lado por considerarlas una “falta de seriedad” por tu entorno familiar o social –verbigracia: el arte, la música, el esoterismo, la especulación filosófica, las charlas argumentadas- las necesarias dosis de silencio callejero o respeto vecinal. En fin, cuando ves el “éxito” de la gente de afuera, te das cuenta que no es más que la suma de vocación, perseverancia y paciencia.



Caminar por las calles de San José en Costa Rica es viajar a un Centro de Caracas, de finales de los años setenta que no se desquició. Cruzar frente los edificios y los centros comerciales de Panamá o El Salvador –donde hay más apartamentos que gente, valga decir- es ver en chiquito una Anzoátegui sin la presencia cancerígena de esa píldoras mata voluntad que son las Misiones o de los patrones cómodos del narcotráfico y los guisos gobierneros. Verle el rostro a una generación de profesionales diversos -expertos medios en redes, telefonía, cocineros profesionales y pare usted de contar- que no llega a los 30 años, y que ya han logrado hogar y familia, es un carajazo demasiado duro para los que no tenemos ni ahorros ni casa propia ni horizonte claro de país.



Con todo este panorama de realismo, que no de depre, llegué contratado a dar un show musical y de joda en un matrimonio en República Dominicana. Perpetramos, rumbeamos, bebimos, sin distinguir muy bien si éramos invitados o trabajadores. Para serles sinceros es lo más cercano que he estado de entender a Dean Martin en carne propia. Más allá del mercado sucedáneo de prostitución y maltrato nasal que abunda en todo destino turístico moderno, pocas veces, se puede comprender de primera mano, por qué las grandes orquestas de los años 40 y 50 caribeñas se perdieron devoradas por su propio éxito. Si la vida fuese en realidad un crucero, los latinos ya habríamos convertido el Titanic en una casa en el árbol y el episodio con el iceberg jamás habría ocurrido.



En esa fiesta me satisfice por todo lo que me quitaron: las becas Gran Mariscal de Ayacucho -que no pedí o de las que me rebotaron-, la magia de una discoteca Saudita con whisky 24-7, con acceso a vomitaderos, baños, duchas, mudas de ropa, medicinas anti ratón, masajes -y mesoneros que no abusan sino que sirven-, los besos en pasillos solitarios, frente a placas de presidentes vitalicios de clubes de leones y demás aves de corral. En esa rumba, recibí el nuevo día con un Smoking frente a la playa, bailé con mujeres hasta dos veces más altas que yo –por cierto, me aseguré de que no fueran Transfor porque les apliqué la maniobra Crocodrile Dundee- y que se peleaban por mi Look de galán uruguayo, le caí a pedradas a falsos Kraken que se asomaban entre las olas negras… toqué Air Guitar con una raqueta –tratando de paso, de batear estrellas fugaces en medio de mi rasca- Fue como estar en la fiesta de todos mis primos y en cada una de sus edades: La Lechuga, El viejo Le Club, El Country, con algo de Rock And Roll de Mi Vaca y Yo, con merengue apambichao de la Billo´s, con sets de descanso repletos de British Invasion diseñados por décadas.



Me deleité con muchísimos diálogos disociados como éste, viendo a la orquesta raspacanilla más puyúa del planeta “La Bando Gorda” en vivo:



-Esto es como un Merengue guelío…

-Sí, como el que hubiera bailado Harold Robbins, de haber podido despegarse de esa máquina de escribir en 1977.

-¿Hasta cuándo van a bailar esas zánganas del cortejo?

-¡Que se le escoñeten las patas a esas perras!

-Ta gueno este coctel con Bacardí y frutas…

-Te estás tomando el refresco, donde la bebé echó el buche de la torta.



Se me dispararon recuerdos vívidos y físicos de la infancia, ¡como si hubiera llovido MDMA, en lugar de Café en el campo! me vi en una butaca del Teatro Altamira, junto a mi hermana, mi mamá y sus amigas, calándonos el show de Rudy Márquez cantándole -sobre la pista de El Padrino de Nino Rotta- a las maestras en su día. Como en una toma circular, me pillé bajando por ocioso la alarma de incendio en un hotelucho de Tampa, antes de que unos malditos del Howard Johnson nos tumbaran las maletas, incluido el Hombre Bala que había comprado en México. Me escuché a los 8 años siguiéndole la corriente a un loco herido, escapado del Pérez de León decirme:

“Mira gondo…cuando yo me rasco el gulo ¡duro, duro!…ponque me pica…yo me rasco. ¿No? Y a veces me rompo…la uña”



¡Coño de la madre! ¡Que pea tan buena y que ladilla tener que vivir la parte de la película en donde están ganando los malos!



Consultorio:


Querido Joaquín, soy la “Secrerida” –secretaria con querida- de un famoso ex conductor de autobuses, ahora encumbrado oficial en las altas esferas del poder político. Su mujer alcohólica -y con síntomas de menopausia y Ravishankarismo- le ha montado una cacería y casi ya ni podemos vernos, a menos que sea, en la parte de atrás del avión en donde viajamos a destinos típicos de un Rogue State. Lo malo de esto es, que parece que no le gusto tanto como antes. No va para el apartamento que me montó y me he enterado que me quiere mandar a estudiar becada ¡con apenas siete mil dólares mensuales para sacudirse de mí, como ya ha hecho con otras! Yo le mando mensajes por su pin pero ignora lo mal de salud que me he sentido, y eso que lo pongo al día de toda la tramoya de calumnias y embustes que le montan desde las cloacas del imperio. ¿Será que tiene otra que le está sacando los expedientes de su archimóvil? ¿Será que otra le friega con vaho el vidrio de su Blackberry? ¿Será que otra le está limpiando su bandeja de entrada y por eso ya no me jorunga mi papelera de reciclaje? ¡Ayúdame que estoy desesperada! Tuya, sí llegas a algo en la Administración Pública: Analista 3, cuota del PSUV-Mullerismo.



R: Querida profesional del concubinato. La trinidad “chisme-enfermedad-celos” es posiblemente la más funesta de todas las combinaciones aritmético románticas. Si te aplicas con una charla de chisme, celos y enfermedad, la cosa seguirá igual de mal, porque el orden de los factores no altera el producto. Si quieres perder a tu hombre sigue en línea esos vectores, si no, aprende de las amantes cuasi pilas que no empiezan a torcerles el rumbo a sus maridos, sino hasta que se creen señoras decentes. Mi consejo es que le des celos con algún portamaletines corrompido en dolarizados signos monetarios. Si se pone bravo tu macho principal, siempre tendrás a ese portuguesito que podrás visitar en alguna prisión federal. Recuerda que ser choro redimido en una cárcel gringa te da caché dentro de tu círculo social de mujeres asistidas por el Prozac y de relaciones ocasionales con los amigos de sus hijos. Por lo pronto reza éste mantram: “Tayata Om Bekanze Bekanze Maha Bekanze Rantza Samungate Soha“, mientras te das masajes circulares por los senos… Y deberías hacerlo con la WebCam prendida mientras me llamas por Skype.


4 comments:

Anonymous said...

Lograste que todos estuvieramos en esa fiesta!!!

Anonymous said...

Lo certifico!!!

Aldo

Roberto Echeto said...

Fascinante, bróder. Fascinante de a de veras.

A ver cuándo mitigamos las infecciones del ánima, bebiéndonos un whisky medicinal.

Un abrazo.

Anonymous said...

De pana, lo mejor que has escrito en tu vida

estoy entre conmovida y muerta de la risa

!!!un muacata!!

K