Yo fumo verdad: 10 supuestos
sobre la novísima novela policial y política venezolana, a partir de El Clan Perverso de Numa Frías Mileo
Joaquín Ortega
I
Vemos a un hombre de mediana edad, sentado en un largo
taburete de un vestidor. Tras de él, contra una hilera de lockers, se sostienen un juego de palos de golf en su estuche. Está
descalzo, con unas medias de nylon que van de blancas a amarillentas. Lleva
puesta una chemise amarilla, del tipo
Lacoste y unos pantalones a cuadros,
que nos revelan a un jugador, parte de un club. Descansa viéndonos. En su mano
derecha, sostiene un cigarro, debajo de ésta completan el cuadro: un cenicero,
una caja de fósforos cerrada, una lista de aciertos en el juego y un bolígrafo
de alta factura. Arriba se lee un selling
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II
Apunta Argenis Monroy en su texto “Ajuste de cuentas: panorama de
la novela negra venezolana contemporánea, pp. 147-176.” Publicado en VOZ
Y ESCRITURA. REVISTA DE ESTUDIOS LITERARIOS. Nº 21, enero-diciembre 2013.
“Una singular
arquitectura rediseña los espacios públicos y privados. La psicología de la
sospecha, del miedo y del temor, marca las nuevas formas de convivencia
social3. De la mano de la violencia, el delincuente recorre el territorio
nacional. Tras de sí, queda la huella imborrable del secuestro, el asesinato,
la violación, el asalto… Diariamente, los medios de comunicación social
retratan el rostro macilento del delito y con él, el de la víctima y el
victimario. La serie de dibujos animados “Cárcel o Infierno” elaborada por Luidig
Ochoa y transmitida en youtube,
películas como La hora Cero (2010) dirigida por Diego Velasco o Las caras del
Diablo (2010) de Carlos Malavé, la proliferación del hip-hop como género musical que construye relatos autobiográficos sobre
la vida de jóvenes delincuentes y libros de periodismo investigativo como
Sangre en el diván (2010) y El grito ignorado (2012) de Ibéyise Pacheco, A ese
muchacho lo van a matar. Crimen de Estado (2012) de María Angélica Correa y Afiuni:
la presa del Comandante (2012) del periodista Francisco Olivares, dan cuenta de
una gama de artefactos culturales que buscan demarcar la geografía social de la
Venezuela de la última década como uno de los países más violentos de
Latinoamérica.
Entre los múltiples relatos sobre el tema de la
violencia, el interés de este artículo está en explorar y sistematizar la
narrativa venezolana del siglo XXI que utiliza el tema del crimen y la
violencia con engarce ficcional e ideológico para imaginar la nación desde ese
otro lugar, siniestro, apocalíptico, monstruoso, delincuencial y, que dentro de
los géneros literarios, se denomina novela negra o policial. El auge de la
literatura negra está asociado también a la crisis económica, política y social
que sufre una nación. Pareciera que con el relato criminal, el autor quisiera
no sólo descubrir el enigma del crimen que se comete en la ficción, sino
también los intríngulis que llevan a un país al deterioro de sus instituciones;
es como si la realidad le cediera el paso a la ficción para comprender la
lógica del presente y para asumir la crisis como una consecuencia de una serie de
crímenes (económicos, políticos o sociales) que se han cometido en el
territorio nacional. En este sentido, como afirma Francisco Pérez Arce (Paco
Arce), “cualquier novela policiaca es
eminentemente política” (2012:1).
La novela negra venezolana de la última
década ofrece en sus páginas un retrato de la realidad política, social y económica
contemporánea. Construir un mapa de la novela negra venezolana del siglo XXI pareciera
en un primer momento un tarea fácil, porque, por un lado, no son muchos los
autores dedicados a este género, y por el otro, en sí las obras policiales no
son numerosas, aunque el tema del delito y de la violencia cuenta con una extensa
producción narrativa en nuestro país. Dentro de los escritores venezolanos que
en los últimos años han publicado narrativa que podemos considerar como género
negro están los siguientes: Israel Centeno con la novela El complot (2002); Marcos
Tarre Briceño con las obras Bala Morena (2004), Atentado V.I.P. ¡Cuidado Miraflores!
(2008) y Rojo Express (2010); Luis Medina que publicó en el 2005, Matándolas a
todas; Roberto Echeto con la novela No habrá final (2006); Eloi Yagüe con
Cuando amas debes partir (2006) y Amantes letales (2012); Alexis Rosas con Los
últimos pájaros de la tarde (2004) y El juicio es de Dios (2007); Valentina Saa
que publicó en la colección Alfa, La sangre lavada (2007); José Miguel Roig con
la novela Como bordar flores (2009); El cantante asesinado (2009) de Mario
Amengual; Gustavo Ott con la obra Yo no sé matar pero voy a aprender (2010);
Lucas García y el thriller La más fiera de las bestias (2011); José Pulido con
la novela El requetemuerto (2012); María Isoliett Iglesias con Me tiraste la
hembra pa’l piso (2012) e Inés Muñoz Aguirre con la novela La segunda y sagrada
familia (2012)”
Fin
de la cita
III
Vemos a un hombre de mediana edad, sentado en un largo
taburete de un vestidor. Tras de él, contra una hilera de lockers, se sostienen un juego de palos de golf en su estuche. Está
descalzo, con unas medias de nylon que van de blancas a amarillentas. Lleva
puesta una chemise amarilla, del tipo
Lacoste y unos pantalones a cuadros,
que nos revelan a un jugador, parte de un club. Descansa viéndonos. En su mano
derecha, sostiene un cigarro, debajo de ésta completan el cuadro: un cenicero,
una caja de fósforos cerrada, una lista de aciertos en el juego y un bolígrafo
de alta factura. Arriba se lee un selling
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IV
Diez
supuestos de la novísima novela policial y política
1.- el contexto rebosa ambición, lujuria e intimidación
2.- los personajes
transitan un camino que va de mal a peor.
A pesar, de que parezca lo contrario, nadie obtiene un ticket de salida,
que apeste a cierta paz, en estos mundos.
3.- la mejor vida, el lujo o la simple dominación sobre
el otro, hacen que las personalidades egomaníacas obren como candelabros
vivientes: iluminando las habitaciones y pasadizos con su luminosidad
desfigurada.
4.- a pesar del
sufrimiento de unos -o la temporal victoria de otros- todos son victimas de un mal mayor, que
descabeza su racionalidad o entendimiento, y que llega de la mano del tiempo o
el reacomodo de las jerarquías.
5.- las acciones incomprensibles del -o los antagonistas-
terminan dando una pincelada de predestinación y de martirio.
6.- el ambiente donde ocurren las acciones se vuelve una
máquina vertebrada que arrolla la
empatía o la rabia que puede desdoblarse en el lector.
7.-la novela habla más de su tiempo, de lo que a primera
vista se percibe. El crimen del siglo no es el tren robado, no es la casa
incendiada, no es el cuerpo enterrado, ni siquiera el recluso inmolado: es la
pasmosa y silente complicidad del público de galerías.
8.- la novísima novela negra -policial y política- dibuja
un “lugar peligroso y riesgoso”, en palabras de Barbara de Marco-Barret.
Nosotros agregamos, que es un lugar público, visible y transmitido en medios
cada vez más puestos de lado, como el periódico y la columna de denuncias.
9.- la novela que no sabemos si llamar novísima policial…
o política… o ambas… no califica, sino que detalla.
10.- la novela policial y política entretiene al que no
padece, justifica su no presencia al que teme, supervisa el sueño del que no dormita,
corrompe la buena fe del despreocupado, inocula anticuerpos al que poco observa,
y salva del alto precio, que significa asimilarse a la industria del mal.
V
El Clan Perverso de Numa Frías Mileo merece una lectura
en capas, porque son varias las envolturas que empapelan la merced de una
verdad actual y embarazosa
VI
Vemos a un hombre de mediana edad, sentado en un largo
taburete de un vestidor. Tras de él, contra una hilera de lockers, se sostienen un juego de palos de golf en su estuche. Está
descalzo, con unas medias de nylon que van de blancas a amarillentas. Lleva
puesta una chemise amarilla, del tipo
Lacoste y unos pantalones a cuadros,
que nos revelan a un jugador, parte de un club. Descansa viéndonos. En su mano
derecha, sostiene un cigarro, debajo de ésta completan el cuadro: un cenicero,
una caja de fósforos cerrada, una lista de aciertos en el juego y un bolígrafo
de alta factura. Arriba se lee un selling
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VI
Ese hombre de mediana edad que se cuela es una imagen
recurrente… subconsciente…es un afiche publicitario, que a la manera de Rolo
Tomassi, el personaje de James Ellroy en L.A.Confidential
nos echa en cara, que en ciertos universos, los malos siempre se salen con la
suya, aunque no existan …
Ese hombre de mediana edad vivía dentro de un magazine de
Ellery Queen de noviembre de 1975…Ese hombre planteaba un misterio, tanto o más
importante, que las historias redactadas para enganchar la mirada y la memoria
de los fanáticos del género.
Ese hombre decía -sin decirlo- que la verdad es tóxica…que
la verdad es adictiva…que la verdad nunca trae nada bueno, como no sea decidir
dejar de fumarla y recordarla como un vicio que nos resta vida.
Yo
fumo verdad. Yo fumo El Clan Perverso.
Muchas gracias
Joaquín Ortega
Librería Alejandría C.C Paseo Las Mercedes 16.12.2014
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