Diario de un jodedor: El Silencio
Joaquín Ortega
En un mundo en donde las leyes prohíben todo, las
cosas malas terminan ocurriendo en voz baja: las mujeres siguen recibiendo
bofetadas, los infantes llevando carajazos, los ancianos paran en depósitos de viejos
y las mascotas sin dueño, finalizan su tiempo de vida, en manos de carniceros,
brujos o cirqueros.
Pero como de lo malo no hay que hablar, en vista de
que el imperio de lo bonito triunfa -y mentalizar el éxito es materia obligada,
una vez que se cae en las garras de El
Secreto- hablemos de los silencios.
En un país cualquiera –que no es este- el silencio
se está haciendo común: callamos ante el vecino que rascado y jalado impone -a media
mañana- la tierna asfixiofilia a sus amantes
o prepagos de turno; callamos ante su proactividad en los arreglos mecánicos a
las tres de la madrugada; callamos ante sus
despechos interdiarios y su sabrosura semanal, porque es enano, alzado, guapo y
apoyado. Callamos en la calle ante cualquier motorizado, porque sabemos que son
horda y sí trabaja decentemente jamás lo sabremos, porque sus iguales -de
chaleco de moto taxi o de chaqueta de alta
cilindrada- son potenciales abejas asesinas, esperando por un medio pelón del
conductor o los peatones.
Es la sociedad actual, la de la apoteosis del escolta,
de la chapa asignada, del raspa cupo, del DJ del narco, del corrupto habitué de
restaurant -con nombres que jamás podrá pronunciar- y del empistolado -que no
sale sin gel en el pelo- solo sobrevive el que adorna su silencio con la
sonrisa y los “buenos días” que jamás serán contestados, dentro o fuera del
ascensor.
Solo sobrevivirá el que se calle y se haga el
guevón, porque reclamar es sinónimo de:
“¿Tu como que eres guarimbero y vas preso por estudiante?” Los chácharos y los minions –en su, para nada, amarilla
forma- pisarán con sus Timberland nuevas, todo lo que huela a ciudadano alzado.
Y por si esta pesadilla de Hello Kitty con dildo strap
on no fuera suficiente, ahora, resulta que señalar lo feo se traduce como
la actividad de un hater. Y digo yo ¿abominar
lo oscuro, indigestarte con la tosquedad y la coprolalia, no querer parecerte a
lo que, a leguas es una fiereza pre homínida y un retroceso civilizatorio es lo
equivocado? No bañarse por propio deseo está bien, pero a juro jamás.
Por eso, cada vez que veo a un perito del silencio
cómplice, a un orador de centro comercial, a un profeta de un futuro chévere
–que de bolas, nunca llegará- , a un científico social, que con pepas de
ciruelas en los bolsillos del flux, predice la aparición de un cometa -signo de
la brillante economía recuperada- cada bendita vez que me los topo, cambio de
canal mental y me tiro de lleno en un mar de comiquitas, esperando terminar
engullido por las tripas asesinas de una orca color arcoíris.
Eso sí, este sueño no termina con mi muerte en
dibujos animados, porque por algún huequito voy a ver a todos los cabrones de
esta máquina multiplicadora de estulticia y zombilogía Caribe…algún día, los
veré decir, viendo bien cagados para los lados, y mientras estiran las
centésimas de un micro sueldo foráneo,
las múltiples entonaciones de la frase: “no, no creo”
Consultorio:
Querido Joaquín: soy una aspirante a locutora en una
radio por internet en la madrugada. Toda la vida me he preparado, desde que me
bañaba en la ducha sin puertas de mi primita menor, que es stripper por
herencia materna y masajista por herencia paterna. En fin, tengo meses haciendo
lo posible por lograr un espacio en esa excelente emisora que, a veces tiene,
¡hasta 16 personas a la vez, por streaming! He practicado técnicas de
vocalización, respiración, lectura con lápices y pelotitas de hierro en la
boca. Hasta ahora, ningún gerente de esta prestigiosa radio –ya me han
entrevistado 11 de ellos, creo que los cambian con mucha rapidez, y de paso,
todos se ponen el mismo flux y corbata que se puso el primero- ha tenido la gentileza de devolverme mis
bailes privados, digo mis audiciones grabadas en audio y video, con “total
apego a los altos estándares de las pelis de Michael Bay”, a decir, de un vecinito
mío, a quien también le bailo y le locuteo dos veces por semana. Dime, ¿será
que no estoy locuteando bien, que me falta para ser la que mejor locuta? Tuya,
Reyna Ware Asocancha Libia Siria Rojas Matute Granier Avalos. Alias, la
Gargarella.
R: Mi muy apreciada lacto dependiente del Isolate de Mega Man. Tus temas de conversación son tan amplios y profundos,
como la comisura del labio inferior, de cualquier ex mujer de Tom Cruise. Es
por ello que te invito a que memorices diálogos de películas mudas alemanas,
especialmente las del periodo 1909-1912. Dichas frases te ayudarán a que todo
gerente piense, al menos dos veces, en no devolverte la llamada o en no
repetirte la invitación a “conversar” en su oficina. Lo más seguro es que creas
que estas poseída, pero eso a ti no te importa. Ahora, debes enfocarte en que
te den un programa en esa prestigiosa emisora por internet. Así que te invito a
que abras una cuenta en twitter en
donde preguntarás todas las mañanas: “¿Cómo le pongo a mi show?” Anota todas
las opciones y cuando elijas una al azar, entrevista a la gente que hace cola
en un restaurant vegetariano y que ese sea tu piloto, para ofrecerlo en el
vasto mundo del espacio radio eléctrico digital. Cuando tengas un chance envía
una foto tuya, parcialmente desnuda, alimentando a un tucán disecado, o en su
defecto dale oreo picadita a un buhonero de CIDIS cristianos, boca a boca.
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